Navío de ansiedad

Alondra Rodríguez 
Departamento de Ciencia Política 
Facultad de Ciencias Sociales, UPR Río Piedras 

 

Recibido: 16/02/2023; Revisado: 18/05/2023; Aceptado: 23/05/2023 

 

 

Qué lástima esta la de no  

poder arrancarme el miedo  

que me quema el polo que   

más quiero de este cuerpo.  

  

el norte se desvanece y   

la brújula, que usualmente  

me guía del corazón para arriba,  

ahora apunta a mis pies.  

¿puedo caminar? ¿puedo navegar?  

y para dónde va el día   

si no es a esta fosca noche   

  

con Diana mirándome desde lo alto  

me monto al bote…  

y Julia desde la proa de su velero  

me acompaña  

  

cualquier punto de   

la rosa de los vientos   

que de meta me sirva  

me excluye de los demás,  

me dijo de Unamuno  

  

a ver si consigo volver  

a mi centro en lo que se   

se calma el fuego   

y se esclarece el norte.  

  

Que fortuna esta la de no   

navegarme a lo somero,  

pero a ver si no cuesta no naufragar   

por el polo que más quiero.   

  

Por eso de que mi polo norte   

es lo que carga la mente… 

 

A veces da pena la fortuna.  

A veces da calor el frío. 

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  Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial 4.0 Internacional.   

Posted on May 30, 2023 .

Factores de ansiedad y precariedad laboral en profesores de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras

Factors of anxiety and work precariousness in professors of the University of Puerto Rico, Río Piedras campus

 

Paulina Gutiérrez Berríos
Departamento de Psicología
Facultad de Ciencias Sociales, UPR RP

  

Valerie I. González Delgado 

Departamento de Psicología 

Facultad de Ciencias Sociales, UPR RP 

  

Yoly Mar Nuñez De Los Santos 

Departamento de Psicología 

Facultad de Ciencias Sociales, UPR RP 

  

Reinalniz Hernández Resto 

Departamento de Psicología 

Facultad de Ciencias Sociales, UPR RP 

  

Sofia Laureano Rocafort 

Departamento de Psicología 

Facultad de Ciencias Sociales, UPR RP 

 

Recibido: 10/03/2023 Revisado: 02/05/2023; Aceptado: 17/05/2023

 

Resumen 

Los educadores de Puerto Rico son la razón de ser de nuestros estudiantes. Por dicho motivo, desciframos los factores de ansiedad y precariedad laboral que están afectando la condición laboral del docente para así desarrollar un futuro laboral más favorable. En este estudio cualitativo con alcance exploratorio, entrevistamos a cuatro profesores del Departamento de Psicología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Los hallazgos revelaron que los factores que provocan más ansiedad en los profesores son: la carga académica, la precariedad de salarios, la incertidumbre de no tener un puesto a tiempo completo y la precariedad en recursos. 

 

Palabras claves: precariedad laboral, ansiedad, profesores, salud mental 

Abstract 

Educators in Puerto Rico help students succeed. We investigated factors affecting teachers' job insecurities, like anxiety, to promote a more promising future. We interviewed four professors from the Faculty of Social Sciences in Psychology from the University of Puerto Rico, Río Piedras Campus. The findings revealed that the factors that made professors more anxious were the academic load, the precariousness of salaries, the uncertainty of not having a full-time position, and the precariousness of resources. 

 

Keywords:  job insecurities, anxiety, professors, mental health  

 

 

Introducción  

 

La educación es el factor primordial que influye en el avance de nuestra sociedad y cultura. Los educadores de nuestro país son el pilar para que los estudiantes salgan adelante y creen una sociedad más consciente a su alrededor. Sin embargo, nuestros profesores de la Universidad de Puerto Rico del Recinto de Río Piedras se enfrentan con una contienda dentro del ámbito laboral. Las políticas neoliberales no han estado específicamente creadas a favor de los empleados, sino que se han implementado leyes, como la Ley 66 del 2014, que ha lacerado los derechos de los trabajadores en Puerto Rico. Incluso, la crisis económica fiscal ha provocado reestructuraciones y privatizaciones a través del tiempo creando incertidumbre en los profesores, además de tener menos recursos disponibles, inestabilidad y una baja calidad de educación. Esto ya viene con anterioridad ya que, según Marrero y García (2019), se ha encontrado los efectos del deterioro físico y mental, considerando que los puertorriqueños han estado relacionados con los Estados Unidos por 115 años y tienen un trato desigual político, económico y social.  

  

Noticel, un periódico de Puerto Rico, advierte sobre las condiciones que los profesores enfrentan:  

  

La UPR ha ofrecido cargas académicas a estos profesores mientras les restan 5 créditos para un contrato a tiempo completo. De igual modo, se les ha asignado sus clases pocos días antes de iniciar el semestre provocándose no sólo incertidumbre de empleo, sino también trabajo y ansiedades adicionales. (Noticel, 2017)   

  

A los profesores no se les ha creado un ambiente laboral favorable. Esto se observa en el trabajo de Rojas (2014), quien destaca el significado del estrés laboral, el cual es condicionado por factores psicosociales, mientras que el significado psicológico es tomado desde las indicaciones de todo aquello que le causa estrés y malestar al profesor en su trabajo. Por tal motivo, pretendemos conocer los factores estresantes que surgen por la precariedad laboral, en los profesores de Ciencias Sociales de la UPR del Recinto de Río Piedras. Nuestro enfoque en esta investigación es uno cualitativo, lo cual nos ayuda a “explorar desde la perspectiva de los participantes en un ambiente natural y en relación con su contexto” (Hernández-Sampieri et al., 2014, p.354). De la misma manera, se quiere explorar el fenómeno de la precariedad laboral de los profesores desde el ambiente natural del sujeto. En este caso, nos da la oportunidad de entrevistar a los profesores con preguntas abiertas. En su mayoría, la literatura expone variaciones en las inquietudes de los profesores. Como demostró el estudio de Monroy-Castillo y Juárez-García (2019), el 48% de los profesores expresaron estar insatisfechos con las condiciones de trabajo, el 36% tuvo deficiencia cognitiva, el 12.3% renunció a su puesto debido al desgaste emocional, mientras que el 3.7% adoptó estrategias de afrontamiento. Ya que el fenómeno de precariedad laboral en profesores es uno poco estudiado, queremos establecer una base para que otros investigadores continúen observando e identificando factores de ansiedad, especialmente en el contexto de Puerto Rico.     

  

Como parte de la revisión de literatura, se identificaron los conceptos claves para nuestra investigación como el estrés laboral, la ansiedad, burnout o agotamiento emocional, depresión, manejo de tiempo y factores psicosociales que están conectados a las condiciones de trabajo y las expectativas que implican ser un profesor. En esta investigación definimos ansiedad como “anticipación aprensiva de un daño o desgracia futuros, acompañada de un sentimiento de disforia o de síntomas somáticos de tensión'' (American Psychiatric Association, 2014). El objetivo del daño anticipado puede ser interno o externo. La definición de precariedad laboral es la que se relaciona con la carencia o limitación de algo (Marrero-Centeno, 2019, p. 67). En esta investigación se busca exponer y analizar la precariedad laboral de los profesores y cómo esta impacta la salud mental de estos. La investigación es importante para la psicología ya que se identifican los factores que influyen en la ansiedad en los profesores debido a la precariedad laboral.  

 

Metodología  

 

Esta investigación es un estudio no experimental y con un alcance exploratorio debido a la escasez de investigaciones relacionadas a nuestro tema, y en especial sobre los profesores de Puerto Rico. Utilizando el enfoque cualitativo-fenomenológico, pretendemos comprender los factores de ansiedad y precariedad laboral en los docentes desde la perspectiva natural de cada participante y sus significados (Hernández-Sampieri et al., 2014, p. 358 y 493). Asimismo, el diseño para nuestro instrumento es de tipo transversal por medio de entrevistas llevadas a cabo de forma presencial en un momento dado.  

 

Participantes 

 

Los participantes de esta investigación fueron cuatro profesores del Departamento de Psicología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Como parte de los requisitos, todos son mayores de 21 años y están empleados por contrato a tiempo completo. Por consiguiente, la muestra es homogénea ya que comparten características similares como su contrato laboral, y pertenecen al mismo departamento e institución. La identidad aquí fue protegida, manteniendo el anonimato. Por lo tanto, cada individuo fue identificado como sujeto 1, 2, 3 y 4.  

 

Instrumentos 

 

El instrumento de recopilación de datos que se utilizó fue una hoja de preguntas sociodemográficas (7) y preguntas abiertas (12). Estas fueron dirigidas hacia los profesores del Departamento de Psicología para comprender los factores de precariedad, ansiedad, la forma en que les afecta, y otra serie de condiciones presentes en ellos debido al estrés laboral.  

 

Procedimiento 

 

Se obtuvo una lista de los profesores del Departamento de Psicología a tiempo completo con la ayuda de un docente. De esta manera, los contactamos por medio del correo institucional y se les envió una invitación junto con un formulario para saber su disponibilidad. También se les proveyó la opción de escoger la entrevista en modalidad presencial o virtual. Entonces, se les brindó el consentimiento informado para que conozcan el proceso de la investigación y algunos posibles riesgos y detalles importantes. Luego de que aceptaran ser partícipes, se acordó el lugar y horario de la entrevista. Eventualmente, procedimos a realizar dichas entrevistas, no sin antes solicitar la firma de la hoja de consentimiento. Por último, se recopilaron los datos con su aportación. 

 

Análisis de los datos 

 

El diseño para la investigación y análisis de datos es de tipo fenomenológico hermenéutico. Según Hernández-Sampieri et al. (2014) la fenomenología busca describir y entender los fenómenos desde el punto de vista de los participantes, así como analizar los discursos, temas y sus posibles significados. Asimismo, se explora lo que los individuos tienen en común con un determinado fenómeno por medio de categorías en relación a este. Con el enfoque hermenéutico, se enfatiza en hacer una interpretación de la experiencia humana y los textos de la vida. Por tanto, se utilizó la técnica del análisis de contenido exploratorio para la elaboración de categorías más pertinentes y su articulación (Piñuel, 2002). Además, se incluyeron palabras claves para abordar sobre la experiencia en común del profesorado con respecto a la precariedad laboral y factores de ansiedad. Las categorías que realizamos a partir de sus verbalizaciones son: “Diferencia entre tiempo parcial y permanencia”, “Exigencias”, “Saturación de cupos”, “Efectos de la precariedad laboral sobre la salud mental y física de los profesores” y “Amor al oficio”. De esta forma, logramos entender e interpretar como investigadoras sus experiencias y significaciones, la relación entre cada aspecto y otros estudios en referencia al fenómeno estudiado. 

 

Resultados 

 

A continuación, presentamos los hallazgos organizados en las cinco categorías antes expuestas.  

 

Diferencia entre tiempo parcial y permanencia  

 

Los profesores que llevan varios años dando clases en la universidad destacan lo que en un principio fue la primera experiencia que tuvieron al ingresar a la labor del profesorado, o decir, a tiempo parcial. En estas entrevistas encontramos que aquellos que experimentaron ese tiempo parcial no les fue satisfactorio ya que, como mencionan, experimentaron en ese período mucha “precariedad e incertidumbre”. Las entrevistas se contraponen a lo que Cardozo (2016) menciona cuando deduce que los profesores encuentran “satisfactorio” el tener un horario flexible ya que les permite realizar otras actividades. Encontramos que los profesores, aunque de distintas épocas, pasan por precariedad desde el comienzo de sus labores en la institución. Uno de los participantes explica que debió dar clases, no solamente en la Universidad de Puerto Rico, sino también en otra universidad para poder estar en una condición económica mejor ya que no le era suficiente para sustentarse con su tarea parcial. Asimismo, dos profesores expresaron lo siguiente:   

  

“El profesor a tiempo parcial se les puede tardarse tres o hasta cuatro meses para que le paguen ese primer cheque”. (Sujeto 3)1   

  

“Hiciera que hoy cobrara por primera vez desde que firmé cuatro meses, básicamente tres meses y medio después”. (Sujeto 1)  

  

Estos dos ejemplos reiteran el hecho de la tardanza que hay con respecto al primer período de pago de los profesores nuevos o parciales. Esto les provoca mayor precariedad laboral y conlleva a que decidan trabajar en otras universidades para intentar manejar la situación. De primera instancia, el salario es un factor incidente en lo que es la precariedad laboral en los profesores ya que no se les paga a tiempo. Los profesores a tiempo parcial tienen menos de 12 créditos y no tienen un sueldo regular, sino que cobran unos $2,040 dólares por semestre por cada curso.  Esto sin deducirle el seguro social, plan médico y sus gastos personales lo que finalmente deja a los profesores con un salario mínimo.   

  

Dentro de las exigencias a los profesores a tiempo parcial se encontró que, además de atender sus labores como profesores (como dar clases, atender a los estudiantes, hacer correcciones de trabajos o exámenes), estos usualmente deben tener horas de oficina y espacios para el desarrollo profesional (investigar y publicar). Además, se les solicita tener varias horas de ética gubernamental a las que también deben dedicarle 20 horas cada dos años.  

  

A diferencia, el empleo por contrato a tiempo completo ofrece un poco más a los profesores, pero de igual forma le exigen horas adicionales, además de su ejecución normal como docente. Algunos de los entrevistados tienen hasta 21 créditos y, a su vez, tienen otros nombramientos. Incluso, estos docentes por contrato son parte de otros programas en la universidad, en donde trabajan, lo que implica más cansancio ya que deben realizar más tareas, como llevar a cabo investigaciones o ser mentor de tesis estudiantiles. Cabe destacar que, así mismo como se aumentan las exigencias laborales, también aumentan las interacciones de afiliación entre colegas o relaciones interpersonales entre compañeros de trabajo. De forma que no continúa estando presente el factor de la soledad en el ambiente laboral ya que los profesores se apoyan entre sí. 

 

Exigencias 

 

Cuando preguntamos por las exigencias que tienen los profesores, nos percatamos que a los docentes de tiempo completo se les daba doce o más créditos como carga académica. Con esa cantidad de créditos tienen que pasar asistencia, mantener conducta adecuada y ofrecer horas de oficina. También, tres de los cuatro entrevistados expresaron que tienen que tomar unos cursos gubernamentales sobre ética, que los doce créditos requeridos no incluyen. Un sujeto habló sobre la presión indirecta que hay en el ámbito laboral sobre investigaciones y publicaciones: “No está escrito, pero hay una presión para investigar, publicar, presentar en congreso toda una cuestión informal que es la UPR tiene una reputación y hay que mantenerla” (Sujeto 1). Otros explicaron que los cursos que les ofrecen están sobrepoblados. Esto se refiere a que hay algunos cursos que tienen el doble de estudiantes que se supone que tengan. Otro participante expresó que tenía 21 créditos por la razón de que hay mucho por hacer en la universidad, en términos de la enseñanza hacia los estudiantes (Sujeto 4). Las demandas a los profesores a tiempo completo requieren horas adicionales a las que ya se les exige. Por ejemplo, se mencionó que debían trabajar hasta en días festivos, fuera de las horas laborables. 

 

Efectos de la precariedad laboral sobre la salud mental y física de los profesores 

 

La precariedad laboral en el profesorado involucra el estrés laboral y las exigencias y requisitos que tienen, los cuales llevan a una sobrecarga de trabajo y presión para realizar investigaciones. Asimismo, el manejo de tiempo se ve afectado con la universidad tomando un rol primordial con respecto al estrés, en otras palabras, la universidad consume mucho de su tiempo libre. Otro factor importante es la compensación salarial, que no es suficiente para todas las responsabilidades y tareas que llevan a cabo. Además, en algunos casos, no reciben su paga de jornada en el tiempo debido. Por último, los recursos materiales que se les ofrecen han disminuido, obligando a los profesores a invertir en artefactos electrónicos para poder ofrecer los cursos adecuadamente. Entendemos que todos estos aspectos precarios son factores de ansiedad que se van acumulando y podrían tener implicaciones en la salud mental y física de los profesores, especialmente en aquellos que no tengan otras formas de apoyo económico o psicológico. Esto concuerda con Santos Ortega et al. (2015) quienes señalaron que el síndrome del burnout entre los docentes tiene seis factores primordiales como la sobrecarga laboral, la falta de control sobre el trabajo, las recompensas insuficientes, relaciones interpersonales conflictivas y competitivas, entre otros.  

  

Hay una sobrecarga de trabajo puesta en los profesores debido a la reducción de docentes, lo que significa que deben admitir estudiantes a modo de sobrecupo. Además, deben completar talleres o cursos de ética gubernamental y dedicar horas adicionales para realizar investigaciones. Esto les consume mucho tiempo y no les permite enfocar su atención completa a su salud física, familia o amistades. Por tanto, los profesores expresaron no poder dormir bien con tal de completar el plazo de sus tareas. Además, la constante carga y presión se va acumulando y hay un agotamiento físico debido al estrés laboral. García et al. (2019) demostró en su investigación que la sobrecarga de trabajo está positivamente correlacionada con el agotamiento emocional. Por último, no encontramos en nuestra revisión de literatura datos opuestos a nuestros resultados con respecto a las implicaciones de la precariedad laboral sobre la salud mental y física del profesorado. Así que, en los sujetos que entrevistamos, su bienestar emocional y físico estaban siendo afectados debido a la precariedad/carga laboral. Estas expresiones lo reflejan:  

  

“Sentimiento, percepción que está recibiendo el cuerpo y también tiene su biología, que está recibiendo y está siendo algo desbalanceado y se está yendo a un nivel que potencialmente pudiera llegar a niveles que son fuertes”. (Sujeto 1)  

  

“No poder hacer ejercicio, no poder descansar bien, descuidar otras cosas”. (Sujeto 2)  

  

“El estrés laboral es toda esa carga de trabajo y exigencia que te pone el ámbito de trabajo y la Universidad de Puerto Rico y, a pesar de que hay unas cosas que no salen en el contrato, uno las tiene que hacer”. (Sujeto 3) 

 

Saturación de cupos 

 

Al hacer las entrevistas, nos percatamos de que, en nuestro estudio, los profesores tenían más estudiantes de lo que se debe en una sección, debido a los recortes hechos en la Universidad y la jubilación de los profesores a través del tiempo. Esto resulta ser difícil para los profesores, ya que los obliga a tener una carga extra y le deben dedicar más tiempo a su trabajo.  

 

Amor al oficio 

 

Esta categoría está relacionada con lo que es el pago que reciben los profesores por todo el trabajo que se les exige relacionado a cada uno de sus cursos y todas las demás cargas laborales. Los profesores entrevistados expresaron, tanto directa como indirectamente, que ejercen su oficio como profesor más bien por vocación, por el amor que cada uno le tiene a lo que hace, porque velan por contribuir de la mejor forma a la población estudiantil la cual, a la vez, serán sus futuros colegas. Expresan esto debido a que el pago que reciben no es suficiente para todo el trabajo que se les pide realizar y hacen hincapié en que sus intereses no son monetarios. 

 

Conclusión 

 

Esta investigación tuvo el propósito de investigar lo que es la precariedad laboral en profesores de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras. Cabe destacar que estos fueron profesores a tiempo completo y del Departamento de Psicología y se pretendía llevar a cabo un estudio en el que se pudiesen conocer los factores estresantes por la precariedad laboral, como los problemas de salud mental, que el estrés puede traer consigo. La investigación cualitativa partió desde un método exploratorio, fenomenológico y hermenéutico ya que se pretendía investigar un fenómeno nuevo y se tenía la intención de entender a los profesores desde su propia experiencia. Como objetivo, se pretendía encontrar los factores de ansiedad por la precariedad laboral de los profesores, descubrir cuáles eran las condiciones laborales que provocan estrés o ansiedad y se quería detectar los efectos del estrés laboral en la salud mental de estos. De este modo, se encontró que los factores que provocan más ansiedad en los profesores participantes son el de la carga académica, poco tiempo para hacer todo lo que se les exige, la precariedad en salarios, la incertidumbre de no tener un puesto a tiempo completo, y la precariedad en recursos, entre otros. También descubrimos que las condiciones laborales para estos no son idóneas, ya que muchos sostienen que no se les ofrecen muchos recursos para brindar clases, además de que, a su vez, deben ofrecer alrededor de 21 créditos por semestre, siendo esto una carga académica excesiva.  

 

Al mismo tiempo, se expone que el pago del salario recibido por estos, en muchas ocasiones, puede demorar considerablemente. De esta manera, sostienen condiciones precarias en la institución que les provocan estrés y ansiedad. Sobre los efectos que se encontraron sobre el estrés en la salud mental de los profesores, en su mayoría implican el agotamiento corporal. En otras palabras, como consecuencia de la carga académica, muchos de estos sufren agotamiento tanto físico y mental contraproducentes para su salud física.  Mediante esta investigación, se cumplió con los objetivos que pretendían hallar y descubrir las distintas precariedades que algunos profesores de la Universidad de Puerto Rico viven. Cabe destacar que, finalmente, estos deciden mantener la práctica por el llamado amor al oficio que los impulsa a continuar, aún bajo la precariedad laboral.   

 

Nota 

 

1 Todas las citas de los sujetos mencionados son transcripciones textuales de la entrevista.  

Referencias 

 

American Psychiatric Association. (2014). Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales DSM-5 (5ª ed.) https://www.eafit.edu.co/ninos/reddelaspreguntas/Documents/dsm-v-guia-consulta-manual-diagnostico-estadistico-trastornos-mentales.pdf  

 

Cardozo Gutiérrez, L. A. (2016). El estrés en el profesorado. Revista de Investigación Psicológica, 15, 75-98. http://www.scielo.org.bo/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2223-30322016000100006    

 

García-Arroyo, J. A., & Osca, S. A. (2019). Work overload and emotional exhaustion in university teachers: Moderating effects of coping styles. Universitas Psychologica, 18(2), 1-12. https://doi.org/10.11144/Javeriana.upsy18-2.woee   

 

Hernández-Sampieri, R., Fernández, C., & Baptista, P. (2014). Metodología de la investigación. McGraw-Hill.  

 

Marrero-Centeno, J., & García-Ramos, T. (2018). Precariedad laboral: aproximaciones teóricas e histórico sociales en el contexto de Puerto Rico. Psicología desde el Caribe, 63-79. http://dx.doi.org/10.14482/psdc.35.4.306.81  

 

Monroy-Castillo, A., & Juárez-García, A. (2019). Factores de riesgo psicosocial laboral en académicos de instituciones de educación superior en Latinoamérica: una revisión sistemática. Propósitos y Representaciones, 7(3), 248-260. http://dx.doi.org/10.20511/pyr2019.v7n3.361   

  

Noticel. (2017, 4 de septiembre). Denuncian trato de la UPR con profesores sin plazas. Noticel. https://www.noticel.com/upr/educacion/ahora/20170904/denuncian-trato-de-la-upr-con-profesores-sin-plazas/     

 

Piñuel, R. J. L. (2002). Epistemología, metodología y técnicas del análisis de contenido. Estudios de Sociolingüística, 3(1), 1-42. https://www.ucm.es/data/cont/docs/268-2013-07-29-Pinuel_Raigada_AnalisisContenido_2002_EstudiosSociolinguisticaUVigo.pdf  

 

Santos Ortega, A., Muñoz Rodríguez, D., & Poveda Rosa, M. M. (2015). “En cuerpo y alma”: intensificación y precariedad en las condiciones de trabajo del profesorado universitario. Arxius de Ciències Socials, 32, 13-44.  

 

Unda Rojas, S. (2014). Significado psicológico del estrés laboral y del malestar en profesores universitarios. Revista Mexicana de Orientación Educativa, 11(26), 48–62.  

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  Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial 4.0 Internacional  

Posted on May 30, 2023 .

La poesía de Paula Ilabaca: amor erótico y subversión

The poetry of Paula Ilabaca: Eroticism and subversion  

  

Laura Berríos Figueroa
Departamento de Estudios Hispánicos 
Facultad de Humanidades, UPR RP  

 

Recibido: 19/02/2023 Revisado:  07/05/2023; Aceptado: 20/05/2023 

 

 

Resumen 

El presente artículo revisa los poemas “Por él” y “Estoy llorando” de Paula Ilabaca, poeta chilena perteneciente a la Generación del 2000. Se identifican las estrategias discursivas que emplean los poemas para representar el amor erótico como una instancia violenta, que le niega el placer al sujeto femenino. Se argumenta que, mediante el uso de la ironía, la ambigüedad discursiva y la adopción de una voz decididamente femenina, el hablante lírico denuncia la violencia patriarcal que impregna las relaciones sociales en el Chile de la postdictadura. Finalmente, se posiciona la obra de Ilabaca al margen de la escritura femenina hispanoamericana.  

  

Palabras claves: Paula Ilabaca, violencia patriarcal, posdictadura chilena, escritura femenina 

 

Abstract  

This article reviews the poems "Por él" and "Estoy llorando" by Paula Ilabaca, a Chilean poet belonging to the Generation of 2000. The discursive strategies employed in the poems to represent erotic love as a violent instance, that denies pleasure to the female subject, are identified. It is argued that, through the use of irony, discursive ambiguity and the adoption of a feminine voice, the lyrical speaker denounces the patriarchal violence that pervades social relations in post-dictatorship Chile. Finally, Ilabaca's work is discussed from a feminist point of view, to place it outside the Spanish-American women’s writing canon. 

 

Keywords: Paula Ilabaca, patriarchal violence, Chilean post-dictatorship, women’s writing 

 

 

 

Introducción  

 

El amor eros, como tema literario universal, toma una forma insólita en la poesía de la chilena Paula Ilabaca. Esta característica es común a la literatura de la llamada Generación del 2000, que reúne a los jóvenes escritores hispanoamericanos nacidos entre 1975 y 1985. La realidad social de dicho grupo estuvo marcada por la democratización de las dictaduras latinoamericanas a finales del siglo XX. En el plano académico, este acontecimiento viabilizó “el acceso a puntuales lecturas antes prohibidas por las censuras” (Peña, 2006, p. 311). A la Generación del 2000 le precedió la del 80, cuyos integrantes estuvieron inmersos en una década de luchas que en el contexto chileno dio fin al régimen de Augusto Pinochet y propulsó la creación de organizaciones feministas en busca de la desarticulación de los modos patriarcales de opresión. Considerando esto, nos proponemos identificar las estrategias discursivas que emplea Paula Ilabaca en los poemas “Por él” y “Estoy llorando” para representar el amor erótico. Además, nos interesa discutir cuán factible resultaría el posicionamiento de la obra de la poeta (no poetisa) bajo la categoría de escritura femenina en el ámbito de la literatura hispanoamericana contemporánea.  

 

“Por él” 

 

En el poema “Por él” se observa un hablante lírico femenino que, por medio de un monólogo doloroso, recrea un encuentro sexual violento con un sujeto masculino. Se da a entender que el yo lírico es una adolescente, casi niña que se refiere a su padre como “mi papi” y, que el hombre que la viola y “la vacun[a] con un crío” es su pareja (Ilabaca, 2008, p. 163). Cabe destacar que el acto sucede en el hogar de la joven, pues se indica que el abusador-amante “se vino justo cuando llegaba [su] papi de la pega” o del trabajo (Ilabaca, 2008, p. 163). La composición adopta un tono confesional que permite al lector solidarizarse con un sujeto poético femenino, que deja muy claro que fue víctima de una violación, puesto que su pareja “le pegó un cornete porque no tenía ganas de hacerlo” y la obligó a desnudarse y aguantar (Ilabaca, 2008, p. 163). Ese tono confesional no solo tiene un matiz de lamento, sino que tiene dejos de rabia e ironía. Si bien la víctima luego del episodio ha quedado “tan tristona y tan traumá” como es de esperarse, su voz también articula un reclamo en forma de pregunta retórica: “Por él téngame un poco de respeto no ve que me duele to´o?” (Ilabaca, 2008, pp. 163-164). Entonces, se le requiere al lector empatizar con el sujeto poético no necesariamente ocupando su lugar ni sintiendo su dolor, sino mediante el reconocimiento de la existencia de la violencia doméstica por cuestión de género.  

  

El llamado del sujeto lírico femenino es paralelo a los planteamientos de Pilar Albertín Carbó en su artículo “Abriendo puertas y ventanas a una perspectiva psicosocial feminista: Análisis sobre la violencia de género”. La autora propone que “es necesario partir de la condición estructural socio histórica de desigualdades de género como raíz de las violencias y a la vez considerar contextos particulares” (Albertín, 2017, p. 88). Nótese que el título “Por él”, constituye una frase anafórica que se repite al inicio de todos los versos del poema y que la preposición por, indica causalidad. Es decir, indiscutiblemente la causa del sufrimiento de la voz poética es él. Dicho pronombre personal masculino adquiere una significación más amplia al ser entendido como símbolo de la sociedad falocrática chilena. Esta posible vía de interpretación se desprende del verso “Por él, téngame un poco de respeto que no ve que ahora estoy sagrada”, que parece señalar que solo cuando la mujer es penetrada o fecundada por el hombre puede ser definida y convertirse en un objeto digno de veneración (Ilabaca, 2008, p. 163).  

 

Lo sagrado, lo venerable no es la mujer en calidad de sujeto sino su capacidad reproductiva y el placer que supone el uso de su cuerpo violentado tanto por el agresor como por el Estado.   

  

Al concebir el cuerpo como situación, modelado por los significados de la cultura hegemónica, al modo de Beauvoir, puede concluirse que “lo intolerable del pasado [dictatorial chileno] se deposita en la materialidad de [los] cuerpos” de la posdictadura (Sepúlveda, 2007, p. 202). La violencia institucionalizada e instaurada en los cuerpos durante el régimen pinochetista se ve reproducida en aquellos contextos particulares aún durante la democracia y se amplifica cuando es dirigida a los sujetos no masculinos. Por ejemplo, en el Chile tiránico “la tortura sexual contra las mujeres tenía como objetivo denigrarlas y hacerlas sentir como “putas”, y así formar un paralelo negativo con su activismo político” (Townsend, 2013, p. 68). Aunque la mujer vejada en “Por él” pudiera haber internalizado el significado de este estereotipo reiterado socialmente, al expresar: “Por él que no tiene la culpa de que yo sea tan entregá”, lo satiriza y pone de manifiesto lo que tiene de absurdo (Ilabaca, 2008, p. 164). Se cuestiona, además, la estabilidad de las cualidades esencialistas que generalmente se le otorgan a los agresores y a las víctimas ya que no se insiste demasiado en la vulnerabilidad de la joven agredida. Adviértase que la mujer se encuentra supeditada, no solo a la voluntad de su pareja, sino a la del patriarca del hogar. Ambas figuras masculinas, el padre y el amante de la joven hablante, son representados como sujetos violentos. Si el jefe de la familia llegara a saber lo acontecido entre su hija y el ofensor, “le pone un tiro” (Ilabaca, 2008, p. 164).   

  

La adopción de un sujeto decididamente femenino no parece intentar la subversión del orden social, al modo de Butler en El género en disputa: el feminismo y la subversión de la identidad (2007). Sin embargo, entendemos que el sujeto femenino denuncia desde el binarismo genérico para hacer inteligible al lector las violencias del discurso heteronormativo, pues “el sistema hegemónico no solo obliga a prácticas y conductas, sino que además brinda las posibilidades discursivas con las que se comprende el mismo” (Balbontín, 2009). La sujeción aparente de la voz poética queda consolidada en el único verso del poema que no inicia con el fragmento anafórico del título y que por su ambigüedad abre un nuevo camino de análisis. Hacia el final, el yo lírico comunica: “[p]orque ya le perdoné todo porque todavía lo quiero”, pero no se aclara si se refiere al violador (que simbólicamente remite al Estado) al él del inicio del poema, o su hijo (Ilabaca, 2008, p. 164). Si se elige la primera posibilidad (el yo lírico se refiere al violador/Estado), habría que descartar una lectura “intrapsicológica, patologizante y apolítica de la violencia” (Albertín, 2017, p. 88), para considerar las variables específicas por las cuales una mujer maltratada decide permanecer en una relación tóxica. Por ejemplo, las “presiones familiares y sociales, el peligro real de incremento de la violencia” al terminar la relación, entre otras (Albertín, 2017, p. 87). De igual forma, habría que fijarse en la ironía que enmascara la indignación. No obstante, a juzgar por los referentes literarios de la autora y otro de sus poemas (“La hermana”), nos inclinamos por la segunda opción interpretativa (el pronombre él se refiere al crío por nacer). Entendemos que se pasa de un amor erótico, que le niega el placer a la mujer y que tiene mucho más de desamor, a un amor filial de madre a hijo.   

  

El tema de la maternidad en Ilabaca, adquiere un tratamiento extraño y un tanto paradójico. Por un lado, de acuerdo con la primera posibilidad de lectura, puede mirarse la maternidad como una institución política represiva sostenida por los discursos médico- científicos o como una experiencia corporal grotesca, en este caso vinculada al sujeto masculino, violador y padre. De este modo fue representada la maternidad por la mayoría de las mujeres escritoras de la Generación del 80. Sin embargo, las mujeres de la siguiente generación han optado por una “maternidad líquida”. En otras palabras, una conceptualización que entiende que “hay tantas maternidades como madres” (Amaro, 2020, p. 25). La representación de la maternidad en Ilabaca se acerca más a la de las escritoras de la generación que le precede. Aun así, dicha representación está hecha de claroscuros. La procreación se da en un clima de desencanto posmoderno, de violencia patriarcal posdictatorial, pero, al mismo tiempo en el embrión se conjuga el anhelo, acaso roto, de un porvenir alumbrado por la libertad. Tal deseo de libertad se observa en los elementos formales del poema. La composición en verso libre adopta un lenguaje coloquial, prosaico muy cercano a la oralidad chilena, pero políticamente incorrecto al ser utilizado por una mujer. Se exalta la musicalidad y se alcanza la fluidez sonora por medio de la supresión de las comas, los puntos finales y la alteración de los escasos signos de puntuación.  

 

“Estoy llorando” 

 

En el poema en prosa “Estoy llorando” también se manifiestan algunos de estos rasgos formales. La forma del poema (¿estrofa o párrafo?) da cuenta del afán de ruptura y experimentación, de la rebeldía estética que Pérez Parejo identifica como propia de la Generación del 2000 (1970). Se continúa el uso de un lenguaje oral en ocasiones vulgar y la priorización de la musicalidad sobre la gramaticalidad. En este caso, el ritmo es más pausado; aparecen comas, puntos finales y se descartan las mayúsculas. Nuevamente emerge un sujeto lírico femenino, que se halla en una especie de trance. Hay un fluir de conciencia, como si la mujer hablara consigo y el lector estuviera atrapado en su mente. La retahíla de pensamientos, empero, tiene como destinatario a un hombre.  

  

Por un lado, el título del poema, “Estoy llorando”, compuesto por el verbo copulativo en presente de indicativo y el gerundio del verbo llorar, formulan una acción no acabada. La mujer está llorando y seguirá llorando indefinidamente sin saber por qué. En el mismo tono confesional se nos entrega una voz que declara: “desde que me dijiste que me querías estoy llorando. no sé por qué / algo se me quiebra dentro…” (Ilabaca, 2008, p. 164). Comprendemos que, una vez más, la figura masculina ocasiona el dolor del yo lírico. Si se rescata el simbolismo del sujeto masculino como encarnación del Estado represor y la sociedad androcéntrica chilena, lo inefable adquiere contornos de palabra. Se repite la violencia contra el cuerpo femenino-objeto que le “dará [al sujeto masculino] un caramelo de miel cada vez que [lo] penetre” (Ilabaca, 2008, p. 164). En este poema, la mujer tampoco prueba el “caramelo” o el placer carnal que supone el coito. La relación sexual es equiparada al sufrimiento que el hablante lírico le “regala” a su amante. Un hombre amante que “no podrá saber por qué es [su] lloriqueo, por qué/ se [le] corre el rímel y los ojos se ven siniestros y redondos entre el/ color negro” (Ilabaca, 2008, p. 164).  

  

Se exhibe un tono entre agridulce y amargo, de lamento y frustración que se confunden con una lejana ilusión. Aparentemente la mujer hablante y el destinatario están involucrados en una relación ilícita. El sujeto femenino, al dirigir su mensaje al hombre, se refiere a sí como “la misma que no comprenderá que tengas que partir” y utiliza el siguiente símil para describir su sentir: “es como si quisiera que me vieran contigo en todas las fiestas” (Ilabaca, 2008, p. 164). De nuevo, se propone un amor erótico sufrido que parece estar condenado al desamor precisamente por estar delimitado por las pautas falogocéntricas. Pese a que la mujer imagina y anhela un espacio distinto en los primeros versos: “es como si de pronto este país fuera un corazón y en ese corazón estoy yo henchida y plena para que me tomes” (Ilabaca, 2008, p. 164), al final le queda claro que seguirá siendo “la misma que te dará a gotas las lágrimas pegajosas, las lágrimas amarillas que recoja cada vez que me tomes” (Ilabaca, 2008, p. 164). La impotencia y la desesperanza que se manifiestan en la pieza son indispensables al discurso poético debido a que configuran una estrategia para combatir la posible indiferencia del lector.   

  

Conclusión 

  

La poesía de Paula Ilabaca descarta la pasividad del lector, es más, le compromete a sellar un nuevo pacto social que destierre la violencia generada por el patriarcado y sus instituciones. Para sugerir esta propuesta, se vale de un sujeto femenino que no solo lloriquea, sino que se asienta en la ambigüedad y la ironía para denunciar. Denuncia la violencia machista desde la experiencia del desamor erótico utilizando un vocabulario que no corresponde al repertorio de la mujer “decente”. Se des romantiza el amor erótico fabricado por los discursos androcéntricos y se deconstruye el mito del macho mediante la representación de encuentros sexuales en los cuales la mujer hablante adopta un rol superficialmente sumiso y que solo le ocasionan dolor, pero nunca placer.  

 

En fin, “la subversión radica sobre todo en la aparente aceptación/claudicación de la hablante ante lo inevitable de su estado, desposeída de fuerza social, económica [y] política” en el contexto particular de la pos dictadura chilena (Rivero, 1994, p. 35). Sin duda alguna, en ambos poemas analizados se percibe esa subversión y se reinvindica la “categoría mujer” partiendo de la corporalidad femenina violentada. Por otra parte, el ámbito doméstico “naturalmente femenino” solo aparece como el lugar de la violencia. Opinamos que la poesía de Ilabaca se distancia de lo tradicional femenino (de tema doméstico o amoroso) y que se acerca más a lo crítico femenino, a lo feminista. Como propone Rivero (1994), quizás con el tiempo se desdibuje la distinción entre lo femenino y lo feminista y se disuelva el sentido de marginalidad de la clasificación “poesía femenina”. Hasta que la crítica latinoamericana se ocupe de ello, tal vez resulte más adecuado sustituir aquel término por el de “poesía escrita por mujeres”. Claro está, respetando la multiplicidad de identidades que abarca la categoría mujer con el objetivo de “[desterrar] el patriarcado de las letras” (Olguín, 2020). A caso la única forma de lograrlo es la que le sugiere Paula Ilabaca a la crítica contemporánea: dejar de leer los textos escritos por mujeres a la luz de otros también escritos por mujeres y comenzar a “leer a las mujeres en sintonía con otros hombres” (Olguín, 2020). 

Referencias  

  

Albertín, P. (2017). Abriendo puertas y ventanas a una perspectiva psicosocial feminista: Análisis sobre la violencia de género. Psicoperspectivas. Individuo y Sociedad, 16(2), 79-90. https://dx.doi.org/10.5027/psicoperspectivas-vol16-issue2-fulltext-1021    

Amaro, L. (2020). Maternidades "líquidas": feminismos y narrativas recientes en Chile. Revista Chilena de Literatura, (101), 13-39. https://dx.doi.org/10.4067/S0718-22952020000100013    

Balbontín, C. (2009). Mujeres, imaginario corporal y prácticas sexuales. Vivencias de la corporalidad y el erotismo. Nomadías, (9), 149+. https://link.gale.com/apps/doc/A214102352/IFME?u=googlescholar&sid=googleScholar&xid=094c650f 

Butler, J. (2007). El género en disputa: el feminismo y la subversión de la identidad (Vol.168). Paidós, Madrid. https://www.lauragonzalez.com/TC/El_genero_en_disputa_Buttler.pdf 

Ilabaca, P. (2008). Por él. Taller de Letras, (43), 163-164.  

Olguín, C. (2020, 6 de marzo). Paula Ilabaca sobre el movimiento feminista: “Lo coloquial y lo cotidiano transfigurado”. La Fuente. https://www.fundacionlafuente.cl/entrevistas/paula-ilabaca-sobre-el-movimiento-feminista-lo-coloquial-y-lo-cotidiano-ha-sido-transfigurado/  

Peña, F. (2006). Amor, erotismo y sexo en la poesía de mujeres de la generación del 2000. Revista de Crítica Literaria Latinoamericana, 32(63/64), 311–321. https://doi.org/10.2307/25070339   

Pérez Parejo, R. (1970). Algunas voces femeninas en la poesía hispanoamericana actual: guía didáctica. Campo abierto: Revista de educación, 29(2), 27-61. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3420407 

Rivero, E. (1994). Precisiones de lo femenino y lo feminista en la práctica literaria hispanoamericana. Inti: Revista de Literatura Hispánica, 40(4), 21-46. https://digitalcommons.providence.edu/inti/vol1/iss40/4/    

Sepúlveda Erizz, M. (2011). Memorias del 2000: entre la poesía y la música pop. Taller de Letras, (49).    

Townsend, B. (2013). La psique democrática: género, salud mental y militancia bajo la dictadura de Pinochet. Revista Internacional Interdisciplinar INTERthesis, 10(1), 65-88. https://doi.org/10.5007/1807-1384.2013v10n1p65   

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Posted on May 30, 2023 .

¿Qué es el acoso callejero? Búsqueda de sugerencias para la protección y el bienestar de las mujeres en Puerto Rico

What is street harassment?  A search of suggestions for the protection and well-being of women in Puerto Rico 

  

Mineylis Cruz Hernández  
Departamento de Ciencias Sociales 
Facultad de Ciencias Sociales, UPR RP 

 

Recibido: 07/02/2023 Revisado:  05/04/2023; Aceptado: 17/05/2023 

 

 

Resumen 

Este trabajo busca encontrar sugerencias para el bienestar de las mujeres como posibles víctimas de acoso callejero en Puerto Rico. Primero, se comienza estableciendo qué es tal terminología y en qué se diferencia de otras formas de acoso por género. Luego, se analizan los espacios públicos desde una perspectiva feminista para poder entender el acoso callejero como una forma de ataques a la dignidad de las féminas. Finalmente, tras discutir las leyes y políticas que otros países han implementado, se llega a la conclusión de que la criminalización y la educación con perspectiva de género son las opciones más favorables. 

 

Palabras claves: acoso sexual, leyes, Puerto Rico, género; feminismo interseccional 

 

Abstract 

This work seeks suggestions for protecting Puerto Rican’s women well-being as possible victims of street harassment. First, it starts by establishing what such terminology is and how it differs from other types of gendered harassment. Then, public spaces are analyzed from a feminist point of view to understand street harassment as a form of attack on women’s dignity. Finally, after discussing the laws and policies that other countries have implemented, it is concluded that criminalization and education focused on gender perspectives are the most favorable options.   

 

Keywords: sexual harassment, laws, Puerto Rico, gender, intersectional feminism 

 

 

 

Introducción  

 

Tan reciente como el pasado 20 de enero del año 2022, se dio a conocer el Proyecto del Senado 326, de la autoría de los senadores Ana Irma Rivera Lassén y Rafael Bernabe Riefkhol, el cual pretende incluir el acoso callejero como un delito de acoso sexual en el Código Penal de Puerto Rico. La propuesta presentada por los senadores constituye una serie de medidas con el objetivo de penalizar actos como el grabar sin consentimiento partes íntimas (glúteos, senos o genitales) en espacios con “expectativas de intimidad”, así como los piropos indeseados y los silbidos de “carácter sexual”, entre otros. De aprobarse formalmente esta ley por parte de la Cámara de Representantes y el actual Gobernador, cualquier individuo que incurra en tales actos ofensivos que puedan resultar degradantes y hostiles para una posible víctima, será sancionado con multas de entre 50 a 350 dólares que podrán sustituirse por la opción de realizar labor comunitaria, así como con la asistencia a talleres de sensibilización contra el acoso callejero. Por otro lado, ante la discusión del proyecto, únicamente la senadora Joanne Rodríguez Veve se pronunció en contra, alegando que dicha ley es, de hecho, inconstitucional, por lo que no debería ser implementada (Bauzá, 2022; Rivera Clemente, 2022). 

 

Las perspectivas y los efectos psicológicos de las mujeres en relación al acoso callejero pueden arrojar luz al proceso de creación y aprobación de las leyes en protección a la integridad de estas. A través de la observación y los ejemplos que otros países han brindado por medio de diversos estudios sobre el tema, el propósito del presente escrito es, además de analizar el Proyecto del Senado 326 y el Código Penal de Puerto Rico, encontrar otras alternativas constitucionales con el fin de proteger la preciada dignidad de las mujeres de la Isla. 

 

¿Qué es el acoso callejero?  

  

El acoso callejero ha recibido múltiples definiciones a lo largo del tiempo, dificultando así la especificidad del término. Para la finalidad del texto, este será considerado como atención sexual indeseada por parte de extraños en espacios públicos o semipúblicos, el cual se encuentra motivado, mayormente, por el género, sexo, orientación sexual y la raza de otra persona. En el caso particular de las mujeres, este suele darse en orden de “cosificar” o sexualizar sus cuerpos. Algunas de las acciones que pueden constituir dentro de lo que es el mencionado acoso callejero, se encuentran, por ejemplo, formas “menos severas” como el contacto visual prolongado, silbidos y piropos de naturaleza no vulgar que expresan admiración hacia la víctima. Por otro lado, también se incluyen actos como el comentar, sexual y explícitamente, sobre cuerpos ajenos, el tocamiento, las grabaciones y fotografías de estos sin consentimiento, la masturbación o eyaculación en público y el acecho. Se trata de un suceso que, además, no solo involucra a la víctima y al victimario, sino también a aquellos espectadores de la vida pública que transitan, igualmente, por los mismos espacios donde esta forma de acoso se esté perpetuando, independientemente de si estos actúan, o no, en relación a tal evento (Alcalde, 2020; Ancheta, 2018; Chmielewski, 2017; DelGreco & Christensen, 2019; Farmer & Smock Jordan, 2017; McCarty, Iannone & Kelly, 2013; Pacheco Roldán & Malak, 2019; Quinones, 2020; Rosenbaun et al., 2020; Sheley, 2018).    

  

En el contexto específico de este análisis, es importante también establecer las diferencias entre lo que es el acoso callejero con otras formas de acoso y violencia machista. Mientras que el primero constituye actos que expresan intereses sexuales o románticos despreciables para quien los recibe, otros tipos de acoso, como la coerción sexual, hacen referencia a avances sexuales forzados a cambio de sobornos. Esta forma de intimidar a las víctimas, muy contrariamente, tiende a darse en lugares privados y de trabajo, muy raramente se encuentra presente en eventos de acoso callejero y coincide con la definición legal de lo que es el acoso sexual quid pro quo. Así mismo, es imprescindible la mención del acoso de género, pues se trata de una serie de comportamientos, especialmente verbales, que no buscan ningún tipo de interacción sexual, sin embargo, resultan degradantes y hostiles debido al gran tono sexista con los que tales comentarios están cargados. Estos suelen darse en ambientes laborales estereotipados como masculinos (como, por ejemplo, la milicia) y suelen despreciar, sobre todo, la inclusión de las mujeres en ellos (Leskinen et al. 2011; McCarty et al. 2013; Wolff & Mills, 2016). Según DelGreco y Christensen (2019), en su estudio llevado a cabo en Canadá con 12,300 mujeres, un 85% de las participantes experimentaron acoso callejero mientras que la mitad experimentó acoso sexual perpetuado por algún conocido. Esto demuestra la preocupante generalización, normalización y frecuencia con la que el acoso callejero tiende a afectar a las mujeres de la sociedad, por lo que es importante comenzar a analizar esta forma de acoso de una manera más rigurosa.    

  

Dado que el acoso callejero recae dentro de la categoría de “acoso sexual”, este estudio pretende enfocarse, pero no de manera limitada en el acoso perpetuado por extraños, y en lugares públicos que sufren las féminas alrededor del mundo. Aunque este tipo de acoso puede afectar también a hombres y grupos de minoría, como a la comunidad trans y hombres homosexuales, las mujeres son las que mayormente tienden a ser víctimas mientras que los hombres son predominantemente los perpetradores de acoso callejero. De acuerdo con lo establecido por DelGreco y Christensen (2019), esto se ve evidenciado en una encuesta realizada en Estados Unidos para el año 2014, en la cual participaron 2000 personas, y se encontró que el 65% de las mujeres habían sido víctimas de acoso callejero, en comparación con los hombres (25%). Estos resultados afirman el inminente hecho de que las mujeres padecen y afrontan restricciones en cuanto al acceso a los espacios públicos debido a su género, creando diferencias en cómo estas experimentan la vida en las calles en contraste con los hombres (Alcalde, 2020; DelGreco & Christensen, 2019; McCarty et al., 2013; Rosenbaun et al., 2020; Quinones, 2020).   

  

La metodología empleada en el presente estudio consiste en una serie de revisiones literarias de artículos arbitrados en línea. Estos pueden encontrarse en las bases de datos utilizadas para este texto: EBSCO, JSTOR, ProQuestT y Elsevier. Por lo tanto, cualquier resultado expuesto en este escrito es con la finalidad de proveer nuevos conocimientos y recomendaciones. Además, ofrezco mi propia interpretación y sugerencias en relación a algunos de los artículos del Código Penal de Puerto Rico y el Proyecto del Senado 326 que serán abordados de forma más específica.  

  

Teoría feminista sobre los espacios públicos  

  

Dado que las mujeres experimentan la vida en la ciudad y las calles de maneras distintas a los hombres, existe un punto de vista basado en la teoría feminista sobre los espacios públicos que explica más a fondo por qué las mujeres son más propensas a sufrir acoso callejero. Esta perspectiva es importante de entender, ya que son pocos los estudios que se han realizado en torno a este tema. Por tanto, existe la necesidad de entender el fenómeno de acoso callejero para la búsqueda de nuevas soluciones legales y de salud mental. Pacheco Roldán y Malak (2019) comienzan explicando lo que son los espacios públicos en su definición más literal. De acuerdo con ellos, estos son todos aquellos sitios que la sociedad considera como abiertos para cualquier tipo de público. Las tiendas, los restaurantes, las salas de cine y de conciertos, si bien son considerados como espacios semipúblicos, complementan esta primera categoría. Los lugares públicos permiten la interacción y la asociación humana más allá de la familia, permiten el intercambio de conocimientos y, al mismo tiempo, validan o desaprueban ciertos grupos basándose en un colectivo el cual es gobernado por fuerzas de poder. Esto tiene como consecuencia que hombres y mujeres actúen en torno al cumplimiento de las expectativas de legitimidad que la sociedad contemporánea les exige. Por otro lado, el concepto de esfera pública es diferente y mucho más conflictivo. Aquí, las demostraciones de poder son abiertas, los hombres y las mujeres compiten por el reconocimiento en un dominio específico, dándose una lucha ideológica en la que los conflictos se hacen tangibles ante la falta de acuerdos comunes mientras se vulneran los derechos de otros. Es así como los espacios públicos entonces se contaminan y se convierten en zonas de guerra amenazantes que requieren aparatos de vigilancia y control como las cámaras de seguridad, que hoy en día conforman una parte ordinaria del diario vivir. De esta forma es como los hombres y las mujeres se van segregando poco a poco en los espacios públicos. Dentro del contexto de México, Pacheco Roldán y Malak hacen un pequeño recuento de lo que ha acontecido con las mujeres pobres, o de clase media, y urbanas del país, en el siglo XX. Tal parece ser que esta época brindó un aumento en la participación de las féminas debido a ciertas reformas en la constitución que contribuyeron a mejorar los derechos civiles de este grupo, así como también la adición de reformas educativas que permitieron que estas tuvieran oportunidades de estudio. Para el año 1953, las mujeres ya tenían el derecho al voto y eran reconocidas como ciudadanas mexicanas. La modernización y urbanización de respectivo país logró entonces la integración de las mujeres a la fuerza laboral, aunque en el sector informal de la economía. Como resultado, estas carecían de salarios decentes, lo que complicaba sus vidas en el trabajo y en el hogar, como madres y esposas. Es por esto que las mujeres nunca han logrado, hasta el momento, ser miembros completamente integrados de la esfera y los espacios públicos como hicieron los hombres. Aunque la incorporación de la mujer a la vida económica de México, en teoría, es una consideración justa y fundamental, lo cierto es que otros, dentro del poder dominante de la sociedad, lo interpretaron como una amenaza a su estatus de privilegio (Pacheco Roldán & Malak, 2019).    

  

Aquellos que se sintieron intimidados por una aparente invasión por parte de las féminas, reforzaron los discursos y las prácticas machistas para limitar a las mujeres por medio del acoso de género, la sexualización y la “cosificación” de los cuerpos femeninos; “Machismo involves a cultural construction, desire, guilt, and rejection. It not only works as a mechanism of control based on gender difference, it also hides men’s fear of losing their place in both private and public spaces” (Pacheco Roldán & Malak, 2019, p. 241). Es en torno a todo esto que, finalmente, surge el acoso callejero. Desde la perspectiva feminista sobre los espacios públicos, las maneras en las que las figuras masculinas ejercen su poder como grupo dominante se dividen en cuatro formas o conceptos: exclusión, dominación, invasión y opresión. En primer lugar, las mujeres, a través de prácticas machistas, son excluidas de la esfera pública cuando se hace alusión a cómo los espacios públicos son lugares pertenecientes al hombre. En segundo lugar, la dominación de la mujer se da cuando esta es controlada en torno a su crecimiento emocional e intelectual a través de las exigencias que pretenden obligarla a estar siempre accesible para la satisfacción de los hombres. En tercer lugar, el acoso callejero viola los derechos de privacidad de las mujeres por medio de las mismas exigencias del segundo punto y, por último, se oprime a las mujeres cuando estas alteran sus comportamientos para evitar ser acosadas, pues esto restringe su libertad física y geográfica de transitar en ciertos espacios, claramente, públicos (DelGreco & Christensen, 2019; Pacheco Roldán & Malak, 2019).   

  

Los estudios feministas y sus argumentaciones han motivado a muchos académicos a prestar especial atención al concepto de acoso callejero, estos también protegen a las mujeres, ayudándolas a identificar más fácilmente la opresión de género, lo que las lleva a contextualizar estos eventos de acoso, en vez de internalizarlos, o culpabilizarse a sí mismas. Las mujeres que han sufrido acoso callejero alguna vez y se identifican como feministas, tienen la tendencia a sentirse menos indefensas y dañadas de una forma u otra (Carretta & Szymanski, 2020), por lo que estas teorías merecen consideración al momento de discutir esta forma particular de acoso, junto a sus posibles soluciones. 

  

Intersecciones de clase, raza, edad y sexualidad  

  

Si bien el feminismo reconoce que las prácticas culturales y machistas que perpetúan el discrimen de género en los espacios públicos impactan a todas las mujeres, el nivel y la gravedad con el que lo hacen varía dependiendo de ciertos factores como la clase, raza, edad, sexualidad e incluso el lugar en que reside o si es ciudadano. Alcalde (2020), en una encuesta con mujeres peruanas y migrantes que habían regresado a su país de origen, descubre cómo estas no solo eran únicamente blancas y mestizas, de clases alta y media, sino que también sus formas de evitar el acoso callejero diferían bastante de aquellas que nunca habían migrado del país o eran indígenas. Las primeras optaban por conducir sus propios autos, pagar algún taxi perteneciente a una compañía privada o eran ayudadas por sus parejas para transportarse a los lugares deseados. Por otro lado, las mujeres con descendencia indígena no tienen los recursos necesarios para costear ese tipo de alternativas, por lo que deben recurrir al uso del transporte público, donde el acoso dentro de estos es muy común. En los medios noticiosos de Perú, el acoso callejero contra las mujeres indígenas suele pasar desapercibido. Aparentemente, estos casos no tienen el valor suficiente para ser expuestos y, de una manera similar, cuando el perpetrador resulta ser un hombre blanco y de clase alta, se descubre que este no hace el suficiente escándalo para que los medios cubran la noticia, algo que no sucede cuando el victimario es un hombre indígena y de bajos recursos. Por lo tanto, las mujeres indígenas no son merecedoras de la simpatía del resto, mientras que los hombres, en las mismas situaciones económicas y raciales que estas, son percibidos como “peligrosos”. Todos estos factores hacen que la forma de acoso callejero que recibe más atención públicamente sea aquella donde la mujer de clase alta es la víctima, y el hombre de clase baja el perpetrador.      

  

Por otro lado, otro factor que puede determinar el grado con el que una mujer es acosada es la edad. En la encuesta de Quiñones (2020) en relación al acoso callejero y el transporte público de Bogotá, Colombia, la autora descubrió que esta forma de acoso comienza a afectar a las mujeres desde edades muy tempranas. Así, algunas entrevistadas reportaron haber sufrido su primer incidente en la adolescencia y otras incluso a los diez años. Para una de las tantas mujeres que la autora encuestó, el acoso callejero en su vida dejó de ser frecuente en la actualidad, una vez ya adulta. Sin embargo, durante su adolescencia este era muy común. Tales revelaciones sugieren que las niñas, en este caso, son más vulnerables al acoso callejero, en comparación con las mujeres adultas; no obstante, aunque las niñas son especialmente vulnerables, nuevamente, las formas en las que estas responden y son acosadas difieren dependiendo de varios factores. Chmielewski (2017) llevó a cabo entrevistas con adolescentes negras y latinas, identificadas como lesbianas o bisexuales, entre las edades de 16 a 19 años, y expone las historias de estas en relación con el acoso callejero. Ellas, al igual que las mujeres blancas, habían pasado por situaciones en las que hombres heterosexuales les habían silbado o mirado de formas despreciables, pero confesaban cómo este tipo de acoso se intensificaba al transitar los espacios públicos con sus parejas. Estos sucesos, para las jóvenes, fueron percibidos como una forma de sexualización en la cual las mujeres lesbianas o bisexuales, junto a sus parejas del mismo sexo, parecen solo existir para la satisfacción y los deseos masculinos. En estos casos, las entrevistadas se sentían especialmente impotentes, debatiéndose entre defenderse a sí mismas o reportar ante las autoridades, pues debido a los estereotipos que estas enfrentan como mujeres de color, el intentar defenderse podría hacerlas ver como violentas o las causantes del problema, especialmente si el perpetrador es un hombre blanco. Por otro lado, encontraron que reportar a la policía era una alternativa dudable, considerando los casos en que otras mujeres negras, más que recibir ayuda, reciben en ocasiones más acoso por parte de estos. Además, según el comentario de una de las participantes, los oficiales suelen tomarse su tiempo cuando se trata de personas afroamericanas, algo que no sucede si la víctima es una persona blanca, pues en ese caso, este cuerpo autoritario brinda sus servicios de manera instantánea.   

  

Ante todo lo mencionado en esta sección, podría argumentarse además, que “…We are dealing with a deviant subculture that is created, nurtured and constantly reproducing itself under the skin of the city” (Dalatabad, 2019, p. 5), por lo que sugiere, que las mujeres son acosadas de maneras distintas y en grados distintos, en este caso, basado en el lugar en el que residen. Así, las mujeres que viven en áreas urbanas pueden estar más propensas al acoso callejero que aquellas que viven en zonas rurales (DelGreco & Christensen, 2019). Un resultado similar fue observado en el estudio de Alcalde (2020), en el que las entrevistadas confesaron sentirse más seguras en los países a los cuales habían migrado, en comparación con Perú, aunque en efecto, en ambos lugares habían experimentado alguna forma de acoso callejero. Tal parece ser que dentro de una sociedad patriarcal donde se han segregado a las mujeres y los hombres consideran a las primeras como seres inferiores, incluso los ataques hacia estas no son equitativos.    

  

Efectos psicológicos del acoso callejero  

 

En las prácticas de acoso callejero, la coerción sexual no siempre está presente. Como tal, “stranger harassment may be particularly unlikely to consist of sexual coercion, as strangers in public contexts are unlikely to have the formal power over the victim required to provide the victim with a desired outcome” (McCarty et al. 2013, p. 740). Sin embargo, Pacheco Roldán y Malak (2019) expresan cómo muchas de las víctimas de violación han testificado y alegado que el acoso callejero es el inicio de la coerción sexual, seguido de la abducción y finalmente la violación sexual. Independientemente de las posturas contradictorias, es particularmente cierto que muchas mujeres tienden a desarrollar cierto miedo a ser víctimas de violación cuando piensan en el acoso callejero o son víctimas directamente de ello.  En Quiñones (2020), a pesar de que las participantes encuestadas habían admitido haber sufrido acoso durante el día y en espacios concurridos, incluyendo en el transporte público, estas se sentían más asustadas durante la noche si debían transitar por las calles o esperar al transporte en sus respectivas paradas, debido al miedo específico a ser violadas sexualmente. Estos miedos pueden desencadenar en la alteración de sus comportamientos, seguido de varios efectos psicológicos preocupantes.    

  

El acoso callejero, junto al miedo específico de ser violentada sexualmente a través de la coerción sexual, hace que las mujeres limiten su movilidad en los espacios públicos al decidir, por ejemplo, desviarse por ciertos caminos para evitar ser atacada, aún si esto implica tomar los más largos y tediosos. Además, estas pueden llegar a decidir no tomar ciertos autobuses si estos se encuentran atestados de gente. Cargar con armas como el gas pimienta, evitar ciertos estilos de ropa, no salir durante la noche, entre otras cosas, también son formas comunes de protegerse ante un posible ataque de acoso callejero. Sufrir de estos ataques puede llevar a las víctimas a sentirse frustradas, ansiosas y asustadas, y a experimentar baja autoestima, depresión y problemas con la calidad del sueño, sin contar las implicaciones físicas que todo esto acarrea, como tensión muscular, náuseas, problemas para respirar, entre otros (Alcalde, 2020; DelGreco & Christensen, 2019; Farmer & Smock Jordan, 2017; Quinones, 2020).   

  

En el estudio de Farmer y Smock Jordan (2017) este tema es abordado con más profundidad. Aquí, 11 mujeres plasmaron en una especie de blog sus experiencias con el acoso. El mismo reveló que las mujeres, ante el momento justo en el que son acosadas, optan por una variedad de alternativas como evitar las miradas o, por el contrario, mirar directamente a los ojos de su acosador e intentar no victimizarse a sí mismas al buscar formas de parecer intimidantes. Una de las participantes, al relatar esto, mencionó que tales acciones la hacían sentir bien consigo misma; no obstante, no siempre funcionaban como una manera de evitar o disminuir el acoso. Otras, simplemente se permitían a sí mismas sentirse incómodas sin hacer nada para intentar defenderse, pues creían que al llamar la atención sobre la situación las cosas saldrían mal. El culparse o cosificarse a sí mismas, por otro lado, constituyó una forma común de responder posteriormente al ataque. Las féminas participantes comentaron, por ejemplo, que alguna vez llegaron a reflexionar sobre si habían contribuido de alguna forma a ser acosadas en público, tal vez por medio de la vestimenta o por tener un comportamiento erróneo o carente de actitud. El culparse a sí mismas, según los autores del escrito, puede llevar a la minimización de las experiencias de acoso callejero y, por lo tanto, como se ha mencionado anteriormente, a tener problemas con identificar cuando se está siendo acosada. Estas formas de afrontar las experiencias vividas en relación al acoso callejero no son saludables, por lo que es imperativo encontrar alternativas dentro de la psicología para poder tratar con estos casos.  

 

Leyes y políticas que se han propuesto en diversos países  

 

Entre muchas mujeres existe la creencia de que reportar el acoso callejero es inútil, que las autoridades no harán nada y que, probablemente, estas como víctimas terminen siendo culpadas por el acto indeseado de alguien más. Este punto de vista se ha desarrollado debido a los múltiples testimonios de féminas que han sido acosadas, quienes alegan no haber recibido ayuda o haber tenido dificultades durante un proceso legal (Quinones, 2020). En efecto, reclamar ante este cuerpo de seguridad pública es difícil, ya que el nombre y otros datos personales de quien acosa son desconocidos en este tipo de acoso. Por otro lado, dado a esta falta de criminalización, es fácil incurrir en tales actos degradantes ante la seguridad de que, como individuo, no se podrá ser castigado legalmente. Esto a su vez incrementa y consolida tanto el acoso callejero, como su respectiva normalización en la sociedad (Farmer & Smock Jordan, 2017). Aun así, diversos países y autores han implementado o sugerido leyes y políticas con el fin de proteger la honra de diversos grupos vulnerables, incluyendo las mujeres.  

  

Perú, por ejemplo, se convirtió en el primer país latinoamericano en imponer una ley para prevenir y castigar el acoso callejero. Según esta ley, cualquier persona que en los espacios públicos incurra en transgresiones, será sancionado aproximadamente con 12 años en prisión. No obstante, esta ley no ha funcionado del todo, siendo desapercibida por las mismas autoridades (Alcalde, 2020). En el caso de México, aunque la “Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia”, implementada en el año 2007, aseguraba la protección de las féminas ante cualquier acción que pudiera causarles algún daño físico y psicológico, entre otros, esta tardó 11 años para que finalmente se considerara el acoso callejero como una forma de daño a las mujeres. Por otro lado, en este país también se ha desarrollado el programa “Viajemos Seguras”, el cual segrega a los hombres y las mujeres en los vagones del metro. Además, gracias al movimiento en línea #VivasNosQueremos, se desarrolló una especie de programa que consistía en autos de transporte público únicamente para pasajeras féminas. En Colombia, para el caso particular del transporte público en forma de autobuses, se había propuesto hacer de todos los asientos, unos preferenciales para mujeres. Lamentablemente, la idea no funcionó, pues aún sentadas, las mujeres continuaban sufriendo de acoso. Aunque el país cuenta con la Ley 1257 impuesta en el año 2008 con el propósito de sancionar cualquier tipo de acoso sexual, esta no ha sido forzada lo suficiente, pues los perpetradores siguen acosando deliberadamente sin temor alguno ante las autoridades (Orozco-Fontalvo et al., 2019; Quinones, 2020).   

  

Por otro lado, algunos autores en su análisis sobre el acoso callejero proponen ideas para continuar con la creación de políticas y leyes que reduzcan o sancionen este tipo de ataques. Rosenbaun et al. (2020), en el contexto de las tiendas y otros lugares de compras en Nepal, sugieren segregar a los grupos vulnerables de modo que tengan sus propias horas durante el día para poder realizar sus compras, si se da el caso de que estos se sienten inseguros por alguna razón en relación al acoso en lugares públicos. También, proponen la idea de la venta directa, es decir, hacer que más comercios comiencen a hacer negocios en línea, de modo que las personas que se sienten inseguras de salir a los espacios públicos puedan recibir sus artículos en la comodidad de su hogar, a través del servicio del correo. Quinones (2020), por su parte, difiere en el concepto de “segregación”, especialmente en el contexto del transporte público. Para la autora, este tipo de políticas no toma en cuenta el acoso callejero ni la sensación de inseguridad que sufren las mujeres fuera de estos. Es decir, en aquellos lugares como las paradas de autobuses. Además, se argumenta que la segregación entre hombres y mujeres no reta las relaciones de poder entre ambos géneros, ni la dominación del hombre sobre los cuerpos femeninos, mientras se encuentran en la esfera pública.   

  

Conclusión y sugerencias: las leyes en Puerto Rico  

 

Este escrito ha discutido en qué consiste el acoso callejero y cómo difiere de otras formas de acoso y violencia machista. Además, con un enfoque feminista, se han teorizado los espacios públicos, dando paso al concepto de la “esfera pública” para hipotetizar las razones por las que este tipo de acoso se ha desarrollado, afectando mayormente a las mujeres. Se ha tomado en consideración el rol que juega el género, la raza, las clases, la sexualidad y el ambiente, así como también aspectos psicológicos y jurídicos en relación al tema basado en ejemplos de diversos países. Pero ¿qué dice el Código Penal de Puerto Rico al respecto?  

 

El Artículo 135 de la Ley 146 del 2012, mejor conocida como el Código Penal de Puerto Rico, penaliza el acoso sexual quid pro quo y cualquier comportamiento de índole sexual realizado en el ambiente laboral que pueda afectar las condiciones de trabajo de la víctima, esto con el conocimiento de que, tal acción “resultará intimidatoria, hostil o humillante” (p. 55) para la persona afectada. Por lo tanto, cualquier individuo que incurra en tal ofensa, podrá ser castigado con una pena de reclusión por un término de tres años. El concepto de “acoso callejero”, o semejantes, no tiene cabida en este artículo. No obstante, podría inferirse que este guarda más relación con lo establecido en el Artículo 241 con relación a la alteración a la paz. Aquí, se penaliza como un delito menos grave a cualquier persona que perturbe la paz de otros por medio de conductas, palabras o expresiones ofensivas que afecten el derecho a la intimidad del hogar, o cualquier lugar razonablemente íntimo, y que puedan provocar reacciones violentas de parte de quien recibe tales actos. Considerar y discutir la emergente terminología de “acoso callejero” en orden de enmendar la Ley 146 del año 2012, tal como se ha estado haciendo con la propuesta del Proyecto del Senado 326, es muy importante si se toma en cuenta la sociedad contemporánea en la que hoy se vive. Es sabido que la Constitución del Estado Libre Asociado de Puerto Rico, así como el Código Penal de Puerto Rico el cual se basa en ella, fueron creados inicialmente con carácter republicano e ideas liberalistas pertenecientes a la época de la modernidad. Por lo tanto, estos no toman en cuenta los nuevos puntos de vista, expresiones y formas en las que el emergente lenguaje informal, moderno, con denotaciones sexuales y ofensivas se ha estado desarrollando en esta era, como si se tratara de una reciente moda. No obstante, como se ha demostrado aquí, existe la evidencia de que tales expresiones físicas y verbales que constituyen el acoso en lugares públicos como los piropos, comentarios explícitos sobre cuerpos ajenos, tocamientos indeseados, entre otros, sí tienen el poder de afectar psicológicamente a una posible víctima. Se trata de acciones que atacan la dignidad de las mujeres y Puerto Rico debe poder atender esta situación lo antes posible. De esta forma podría argumentarse que, en efecto, el Proyecto del Senado 326 es constitucional. Sin embargo, existen varias sugerencias por parte de la presente autora que pueden diferir con las sanciones establecidas por el proyecto.  Si bien los castigos propuestos para dicho proyecto coinciden con las exigencias del Código Penal de Puerto Rico, la pena de reclusión debería ser incluida como un método a corto plazo para la reducción del acoso callejero. Como se mencionó anteriormente, es la falta de criminalización y respeto por las leyes lo que hace que este tipo de acoso continue prevaleciendo y llevándose a cabo deliberadamente por los perpetradores. Esta sanción sería necesaria para lograr los efectos contrarios, sin pasar por desapercibido que el cuerpo de policías y guardias de seguridad también debe hacer cumplir las leyes de manera estricta. Sugiero entonces que, para esta parte, se implementen talleres que dirijan a aquellos que ejercen en este oficio para identificar el acoso callejero, qué hacer al encontrarse con este tipo de altercados y, sobre todo, cómo proyectar seguridad hacia las víctimas para que estas no teman reportar. Por otro lado, quitando el enfoque del Código Penal de Puerto Rico, alternativas a largo plazo también son necesarias y por esto he de sugerir la implementación de una educación con perspectiva de género en las escuelas públicas de la Isla. DelGreco y Christensen (2019) mencionan cómo una perspectiva feminista es importante para la búsqueda de la justicia y otras soluciones contra el acoso callejero. Muchas mujeres opinaron a favor de esto, expresando cómo sus deseos, más que basarse en un cambio en la implementación de las leyes, se relacionan con una preocupación en torno a las normas culturales que permiten que el acoso de este tipo continúe existiendo. Ante esta revelación es evidente entonces que esta forma de educación puede ser la mejor opción para satisfacer este punto de vista. Además, como expresó Quinones (2020) en su escrito, de lo que se trata es de prevenir el acoso callejero, por lo que esto debe ser el enfoque principal. La educación con perspectiva de género podría ser la solución para retar los estereotipos, la cultura y el poder patriarcal en el que los hombres se adueñan de los espacios públicos para mantener su poder de estatus privilegiado. También sería una forma de brindar equidad dentro de las próximas generaciones, protegiendo, no solo a las mujeres, sino también a otros grupos vulnerables como víctimas del patriarcado.   

 

Referencias 

 

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Posted on May 30, 2023 .