Conciencia

Anamaría Isabel Rey Bollentini  
Departamento de Psicología 
Facultad de Ciencias Sociales, UPR RP

 

  

“Su destino se encuentra a la derecha” le informó la voz irritante del navegador.  

 

En el carnet de identidad se leía que residía en el Barrio Pedralbes, de lo cual el inspector Alejandro dedujo que provenía de una familia con mucho dinero, aunque el estado de la billetera demostraba lo contrario: la piel estaba gastada y había perdido el color. Aparte del carnet, ignoraba lo que contenía la cartera. “Nunca se rebusca en el bolso de una dama”, las palabras de su madre le resonaron en la cabeza. Se llamaba Martina Roig, medía un metro sesenta y tenía veinticuatro años.  

 

El día anterior se encontraba sentado en el tren que viajaba hacia Barcelona con su libro favorito en mano. El sube y baja de los pasajeros no le dejaba concentrarse en su lectura. El libro le permitía disimular su personalidad antisocial y levantaba un muro entre él y los demás. Alzó los ojos y se fijó en ella. Tenía una melena rizada de color miel y unos ojazos castaños como las figuras de los cuadros de Margaret Keane. Luego, reparó en cómo su pierna izquierda no dejaba de moverse. Cada cierto tiempo ella miraba más allá del pasillo y se le notaba nerviosa como si buscara a alguien o como si tratara de esconderse. Su instinto de inspector de la policía de Madrid le decía que se mantuviera alerta.  

 

Le preguntó: 

 

 -¿Todo bien, señorita? 

 -Sí, no se preocupe. Los trenes y aviones me provocan un poco de claustrofobia. 

 

La respuesta no le convenció del todo y volvió a retomar el libro, pero la voz dulce lo interrumpió:  

 

-Muy buenos cuentos, lástima que Sherlock Holmes muera, pero no se preocupe que el autor luego lo revive.  

 

Por un momento el comentario le molestó y cerró el libro. El movimiento del tren lo sumergió en su acostumbrada pesadilla.   

 

Una voz lejana estaba anunciando que habían llegado. Cuando abrió los ojos, el revisor del tren le informó que se encontraban en la estación de Barcelona-Sants. Mientras cogía el bulto del estante superior se percató de que en el suelo había una billetera roja que debía habérsele caído a la chica de los ojos asombrados. Por un momento pensó dejarla e irse, pero al final decidió que era mejor idea devolvérsela a la dueña.  

 

Ahora se hallaba frente a la entrada del apartamento. En una placa que resplandecía estaba grabado “3b-Roig”. La puerta estaba entreabierta, aun así, decidió tocar. Luego de varios leves golpes y de llamar a la señorita Martina, nadie se había asomado. No se necesitaba ser inspector para saber que algo no iba bien. Empujó suavemente la puerta y entró al apartamento. Adentro reinaba el orden, todo era de un color blanco reluciente: el piso de mármol, las paredes y el sofá de piel. Parecía la residencia de Patrick Bateman.  

 

Al dirigirse al cuarto presintió la escena. Sacó lentamente el móvil del bolsillo y procedió a marcar el 092.  

 

-Soy el inspector Alejandro de la policía de Madrid, acabo de encontrar el cuerpo de una mujer en su apartamento en la Carrer de l'Abadessa Olzet en Pedralbes. Se llama Martina Roig. Tiene herida de bala en el lado derecho del cráneo y el arma, según lo que puedo ver, es una .40 Smith y Wesson.  

 

El inspector no se sorprendió cuando, al llegar los mossos d'esquadra, reconoció a Guillem Savall, su antiguo compañero de la Academia que nunca le había caído muy bien. Después de haber intercambiado los usuales y fingidos cumplidos, el policía catalán se acercó al cadáver observando agachado desde diferentes ángulos. Levantó la cabeza hacia Alejandro:  

 

- ¿La conoces? 

-No. 

-Sabes su nombre y estás en su casa. ¿Qué es eso que traes en la mano? 

-Su billetera. 

 

El inspector Alejandro percibió la sospecha en la mirada del otro. Se sintió como Sam Spade en Sólo se ahorca una vez.  

De momento, sintió una mano en el hombro que lo sacudía. Abrió los ojos y el revisor del tren le dijo que hacía rato que habían llegado. Miró a su alrededor y ya no quedaba nadie en el vagón. En el asiento de enfrente había una billetera roja descolorida.

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Posted on May 19, 2022 .