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El perenne guateque[1]: patrones de activación espaciotemporal de las festividades puertorriqueñas

Tamara Elena Pérez Hernández
Escuela de Arquitectura UPRRP

Resumen:

Las actividades festivas en Puerto Rico ejemplifican cómo los lugares de intercambio social generan espacios “liminares” efímeros en el espacio urbano. A fin de realizar un diagnóstico de la existencia y el arraigo de este fenómeno, se han estudiado las festividades públicas recurrentes utilizando como parámetros su localización geográfica y su ocurrencia temporal. Se generó una base de datos preliminar de 285 eventos, utilizando para ello fuentes escritas y digitales. Un análisis de data identificó patrones espacio-temporales importantes, revelando que la dinámica del ocio colectivo en Puerto Rico responde a una prevalencia de lo efímero dentro de lo reiterado. Estos hallazgos son valiosos para entender la periodicidad de los eventos festivos y ofrecen una perspectiva novel para descifrar patrones de conducta social durante las festividades, permitiendo así examinar su impacto en el entorno urbano boricua.

Palabras claves: arquitectura, localización, espacio, festividades, cultura pública


Abstract:

Festive activities in Puerto Rico are an example of how places of social exchange generate ephemeral liminal spaces in the urban context. In order to diagnose and analyze the way these events have become engrained into our collective social agenda, the festivities have been studied according to time and space parameters. Upon generating a preliminary database of 285 events, this investigation has found significant spatial and temporal recurrences that allow an important conclusion: festivities are bound by the prevalence of the ephemeral within the reiterated. These findings constitute valuable knowledge for understanding the periodicity of festive events in Puerto Rico. Furthermore, they offer a fresh perspective for approaching the social conduct patterns associated with festivities in the country and, in turn, examining their impact on the urban context.

Keywords: architecture, places, spaces, festivities, public culture


Space, like time, is emergence and eruption, oriented not to the ordered, the controlled, the static, but to the event, to movement or action.
Elizabeth Grosz (2001:116)

Spaces relate to performance. The performance of a place constitutes its nature, character, function and meaning. However, the complexity, changeability, and potentiality of spacial performance render it as something abstract and non-representable.
Manuel Gausá (2003: 198)


Introducción

Con gran probabilidad, todo boricua, residente, extranjero o turista que visita a Puerto Rico ha experimentado el derroche de asueto que caracteriza a las fiestas populares. Las fiestas patronales, los festivales gastronómicos tradicionales y las promesas de Reyes, entre otros, forman parte importante de nuestra agenda cultural colectiva. De primera instancia, estas actividades podrían describirse como eventos autónomos que ocurren a lo largo del año en distintos municipios del país, y que conmemoran o celebran un tema, efeméride o atributo común. Pero, más allá de su función histórica y social, las actividades festivas dejan una huella sobre el lugar en que se ubican. Por el corto período que comprende su duración, que generalmente oscila entre uno y diez días, constituyen una metamorfosis definitiva del contexto urbano[2] que merece ser estudiado desde el ámbito académico. El interés de esta investigación se origina, precisamente, en una preocupación por entender cómo se ocupa y desocupa el espacio público durante las instancias festivas.

Si bien las fiestas están bien presentes en nuestro imaginario, éstas existen por un período de tiempo limitado para luego desaparecer. ¿Cómo, entonces, dar pie teórico a un fenómeno que se debate entre la presencia y la ausencia? Se resuelve, precisamente, partir del propio límite. Estudiar el espacio conceptual fronterizo que describe las fiestas es analizar estos eventos de acuerdo a la noción de lo “liminar”. Proveniente del vocablo griego limen, que significa “umbral”, el término denomina un lugar transitorio entre un estado de la conciencia y otra. Utilizando como base la distinción entre el espacio sagrado y profano expuesto por Mircea Eliade, el antropólogo Víctor Turner estudió el intersticio que se traza entre ambos espacios, describiéndolo como lo “liminar”. Inicialmente aplica este concepto a escala topológica, utilizándolo para describir un lugar simbólico de intercambio social asociado específicamente a las actividades de ocio que caracterizan a las culturas modernas (Schechner 2013: 60). Este estado “liminar”, que Turner vincula a la ritualidad, suele permitir una gran libertad entre los individuos que acceden a él: los participantes olvidan las demandas de la vida cotidiana, se desarrolla un aire de camaradería y se suprimen todas las estructuras de jerarquía social (61).

La concepción metafísica de “lo liminar” ha sido aplicada a una multiplicidad de disciplinas y prácticas, desde la arquitectura a la sociología. Por ejemplo, Hannah Dorita (2014) lo asocia al estado compartido entre actor y espectador en un evento teátrico. Por otro lado, la arquitecta y diseñadora de interiores Cathy Smith (2003) evalúa el concepto para entender el espacio intersticial que se genera en función de las instalaciones de arte y cómo éste puede informar el proceso de diseño. Si bien el concepto de la “liminaridad” no parece haber sido empleado para describir las festividades, el acervo teórico de Turner apunta a dicha aplicación. Las fiestas constituyen un espacio ambiguo, que subvierte los esquemas de autoridad social y que permite una total libertad de sus participantes por un momento preciso. Por otro lado, el carácter de umbral impermanente que caracteriza a estos eventos no sólo se define en términos espaciales, sino también temporales. Se observa que las fiestas son actividades efímeras, que aparecen y desaparecen, planteando un lugar al que se puede volver a acceder.

Asimismo, las fiestas parecen ejemplificar un espacio “liminar” en el sentido de que estos eventos se constituyen, esencialmente, como espacios de disfrute colectivo. En este caso se hace valiosa una revisión de la aplicación del tema del ocio a la ciudad. En primer lugar, se reconoce la aportación del sociólogo belga radicado en México, Daniel Nicolás Hiernaux (2000), quien plantea que, paralelo a un modelo espacio-temporal apoyado en la cotidianidad del trabajo, existe una estructura metafísica de la vida diaria basada en el ocio. Según Hiernaux, este espacio sólo puede ser accedido durante el período vacacional, es decir, en negación de la vida corriente. Otra es la propuesta conceptual del artista holandés Constant Niewenhuys, identificado como expositor de la escuela de los situacionistas del siglo XIX. Éste proyectó la propuesta de la “Nueva Babilonia”, urbe idílica que se caracteriza por el hecho de que el habitante amolda infinitamente el espacio de acuerdo a los impulsos de sus deseos (Wigley, 1998:12-13). Esta utopía urbana, nacida a partir de la agudización del ocio, termina por sustituir el espacio físico y temporal de lo cotidiano en el caso de Niewenhuys. Un vistazo de cerca a los espacios “liminares” de asueto colectivo que constituyen las fiestas en Puerto Rico deja entrever un importante paralelismo con las propuestas de ambos autores.

Una vez analizado el acervo teórico que da pie a la investigación, se vuelve la vista al objeto de estudio en sí: las festividades. Llama la atención que, a pesar de su gran presencia en el imaginario colectivo (tanto puertorriqueño como mundial), los eventos que llamamos “fiestas” no evidencian haber sido estudiados bajo parámetros sistemáticos. De hecho, la propia nomenclatura con el que se conoce este tipo de eventos es evidentemente ambigua por la gran cantidad de definiciones para el mismo vocablo.[3] La consideración metódica que más se acerca al análisis de las festividades es el recientemente establecido campo de los Estudios de Evento, que tiene como objeto las dinámicas que regulan cualquier tipo de encuentro social premeditado. Según las teorías desarrolladas por Donald Getz (1998), las festividades puertorriqueñas podrían clasificarse bajo la rama de eventos denominados “celebraciones culturales”; no obstante, no se establecen criterios para el estudio sistemático del fenómeno de las fiestas en su carácter singular.

En cuanto al caso específico de las festividades puertorriqueñas, la revisión de literatura mostró una ausencia de un compendio o archivo de información básica relevante a las mismas: sus títulos, fechas, años fundacionales, entre otros. Como parte de su investigación para el artículo “De la fiesta al festival: los movimientos sociales para el disfrute de la vida en Puerto Rico”, Ángel Quintero (1994) comenzó un registro documental, produciendo un acopio valioso de artículos de periódico que constituyeron una primera base informativa. Esta lista preliminar de fiestas, aunque extensa, está incompleta, pues fue revisada por última vez en 1989. El propio hecho de que las fiestas son un fenómeno cambiante a nivel temporal indica que la base de datos que nos ofrece Quintero merece ser actualizada y ampliada como primer paso de esta investigación.


Problema de investigación

Estudiar la constitución de este espacio liminal en las fiestas y las maneras en que se inserta en la cotidianidad del puertorriqueño es preguntarse, en primera instancia, cómo se da la periodicidad de estos eventos. Un estudio a escala macro de las manifestaciones del fenómeno festivo permitirá bosquejar su comportamiento en función de las variables de tiempo y espacio. Para ello, se resuelve establecer una metodología para catalogar, describir y graficar el comportamiento de estas fiestas.


Descripción de la metodología

La definición de la muestra de este estudio fue un reto, no sólo por la ambigüedad del término “festividad”, sino por la ausencia de una base de datos completa y abarcadora que permita acotar una cantidad total de eventos. Para atacar este problema, se estableció una serie de criterios de exclusión que permitieran definir qué eventos festivos constituirían el objeto de estudio. Así, las actividades seleccionadas para propósitos de esta investigación fueron delimitadas a partir de las siguientes definiciones operacionales: (1) se examinaron solo las actividades en las cuales no se exige el cobro de un estipendio o cuota por la entrada; (2) se consideró el estudio temporal general de las actividades recurrentes limitado específicamente a los últimos diez años; (3) se valoraron solo las actividades realizadas al aire libre, entiéndase aquéllas que se llevan a cabo en espacios abiertos [4]; (4) se analizaron solo las actividades a las cuales tiene acceso el público general, entiéndase, aquéllas que no se limitan a una parte específica de la población.

Una vez establecidos estos parámetros, se procedió al primer paso de la investigación: la creación de una base de datos que pueda describir las fiestas. Se utilizó como punto de partida el listado preliminar hecho por Quintero (1994), que fue digitalizado y al cual se incorporaron otros eventos que no habían sido considerados. Luego del levantamiento de información, el segundo paso fue el establecimiento de categorías para describir y organizar la información. Bien es cierto que Quintero estableció un sistema categorial básico enfocado en la disciplina de la sociología, clasificando los eventos de acuerdo a un criterio mixto de programática principal y motivo de celebración. No obstante, el mismo ameritó una reconceptualización en función del tipo de estudio, de enfoque espaciotemporal, propuesto por esta investigación. Este nuevo sistema clasificatorio se construyó a posteriori y fue puesto a prueba durante el proceso de recopilación de datos, por lo cual se incluye como parte de los hallazgos de esta investigación. Este análisis fue seguido por una proyección gráfica de la información que permitió resumir los resultados más relevantes al momento de interpretar la relación entre las variables de espacio y tiempo.


Descripción de los hallazgos

El caudal de actividades sociales en Puerto Rico es amplísimo. A partir de la creación de la base de datos se obtuvo un total preliminar de 285 festividades que cumplen con los criterios de estudio establecidos anteriormente. Cabe destacar que esta base de datos permitió recopilar la siguiente información respecto a cada fiesta: nombre, municipio en que se lleva a cabo, fecha aproximada (definida tanto por el número de mes como por el número de semana), duración (de acuerdo a la cantidad de días que dura la celebración), año de fundación y lugar. Por otro lado, el número total representa tan solo una muestra de la totalidad: desde la evaluación de los resultados presentados en este artículo (hechos en marzo del 2013) a la redacción del mismo (correspondiente a septiembre del 2013), se confirmó la existencia de otras fiestas que no fueron consideradas inicialmente, ya fuere porque eran desconocidas hasta el momento, o porque su surgimiento ha sido extremadamente reciente. Esta tendencia demuestra la validez del planteamiento inicial de la perentoriedad de las fiestas revelando que las mismas no sólo pueden ser consideradas como efímeras en términos de la celebración de cada edición, sino también de acuerdo a la cercanía temporal de su origen y a la incertidumbre sobre su recurrencia.

Gráfico generado por la autora.

Gráfico generado por la autora.

Figura #1: Sistema categorial tripartita. Los colores que describen la categorización por uso son empleados en los diagramas de análisis de datos subsiguientes.

La recopilación de datos reveló que un solo sistema categorial era insuficiente para la mejor descripción de estos eventos. Por ende, se establecieron tres sistemas de categorización que se complementan para constar mejor la complejidad de las fiestas: tipológica, matricial descriptiva y categorización por uso. La primera especifica los tipos de fiesta con que generalmente se describen los eventos festivos populares: fiestas patronales, homenajes, fiestas de reyes, eventos históricos, carnavales y fiestas tradicionales. La segunda categorización pretendió lograr una descripción cualitativa de las fiestas de acuerdo a dos dicotomías relevantes, empleando un esquema matricial en dos dimensiones: el eje X correspondía a las variables conmemorativo-festivo, mientras que el eje Y representaba a las variables religioso-secular. Finalmente, la categorización por uso, que se identifica por los colores en las gráficas, corresponde al motivo principal que originó la actividad. Se trata de ocho subcategorías: musical, gastronómico, artesanal, devocional, conmemorativo, cultural, deportivo y recreativo. Este sistema categorial tripartita (véase Figura 1) permitió una evaluación completa, al lograr establecer clasificaciones mutuamente excluyentes en cada escaño. Esto permitió observar el comportamiento espaciotemporal de las fiestas de acuerdo a tipología, descripción y uso por separados.

Gráfico generado por la autora.

Gráfico generado por la autora.

Figura #2: Resultados porcentuales. El diagrama tiene dos partes fundamentales: la porción de orientación horizontal, ubicado en la porción superior de la imagen, corresponde a los resultados según la categorización descriptiva; la porción de orientación vertical, ubicado en la porción izquierda de la imagen, corresponde a los resultados de acuerdo a la categorización por uso.

En términos porcentuales, se obtuvieron resultados relevantes de acuerdo a cada categoría de uso (véase Figura 2). Además se hace relevante la ordenación de las festividades de acuerdo al mes en que se realizan (véase Figura 3). Con un total de 52 festividades celebradas durante el mes de julio, seguido en un lejano segundo lugar por el mes de junio con 23 fiestas y, en tercero, por el mes de enero con 22 fiestas, se pudo establecer una relación directa entre la mayor actividad festiva y los períodos vacacionales, especialmente el de verano. Este hallazgo apoya la propuesta de Hiernaux (2000) según la cual, las fiestas fungen como un intersticio temporal que se antepone a la cotidianidad del trabajo. También lleva a pensar que las fiestas existen, o perduran, de acuerdo a una expectativa de asistencia por parte del público.

Gráfico generado por la autora

Gráfico generado por la autora

Figura #3: Incidencia mensual de las fiestas de acuerdo a la categorización de uso. Tanto el gráfico radial (esquina superior izquierda) y el axial (pie de la imagen), fueron generados a partir de la misma información: la incidencia mensual de las festividades en el período de un año.

Las festividades categorizadas bajo el uso gastronómico también muestran una relación directa con el calendario. Por ejemplo, la Fiesta del Acabe del Café en Yauco se ha calendarizado históricamente en marzo, de acuerdo a la época posterior a la zafra, que típicamente se da a inicios de la primavera. Asimismo, la mayoría de las celebraciones que se centran en un producto comestible se efectúan en el momento de cosecha o producción masiva del mismo. Véanse como ejemplo el Festival de la Pana de Humacao, que se celebra a inicios de septiembre y el Festival del Panapén de Vega Alta, que corresponde al mes de agosto. Ambos responden al verano tardío, época de cosecha de este fruto. Por tanto, se pudo concluir que para la gran mayoría de las fiestas, la fecha en que se celebran no es una decisión fortuita ni casual, está supeditada a una temporalidad particular, derivada ya sea de un calendario tradicional, de las condiciones climatológicas naturales, o bien de la expectativa de asistencia a las mismas.

Por el contrario, es difícil establecer un criterio adicional que defina en qué municipios se activan las festividades, aparte del conocido precepto de la tradición según la cual ciertas celebraciones se identifican históricamente con una tradición regional (por ejemplo, el Festival del Mundillo en Moca) o de que las características naturales favorezcan la realización de alguna actividad o el cultivo de algún producto (como el Festival del Plátano en Corozal y el Festival de las Flores en Aibonito). A través de la evaluación gráfica de la manifestación de las festividades en base a la semana en que se celebran y el municipio en que ocurren (véase Figura 4), se observó que la localidad de las fiestas, así como la fecha en que se celebran, varía de semana en semana. Por otro lado, se evidenció la ausencia de una consistencia que permita formular una regla que predetermine la selección del lugar en donde se realiza la fiesta; no se puede concluir, a modo ilustrativo, que las fiestas se concentran en los municipios costeros durante el período vacacional de verano.

Gráfico generado por la autora

Gráfico generado por la autora

Figura #4: Distribución mensual de las festividades. El gráfico está constituido por mapas políticos de Puerto Rico, en el cual se ilustra la distribución mensual de las festividades en función del municipio en que se llevan a cabo. Una mayor intensidad de color apunta a una mayor cantidad de eventos en el lugar y tiempo indicados.

De igual manera, es interesante observar que los municipios en los cuales se lleva a cabo algún evento festivo se turnan, intercalándose de una manera aparentemente fortuita cada semana y cada mes. Por ejemplo, el municipio de Aguadilla se viste de fiesta en los meses de abril, octubre y noviembre, mientras que el de Comerío es sede de festivales en los meses de junio y agosto. Es decir, la distribución de las festividades cada mes, en su totalidad, parece ser bastante homogénea en términos de localización geográfica: cada mes hay festividades en el centro y en la costa de la isla, de norte a sur y de este a oeste.

También se pudo percibir que ningún municipio, a excepción de la ciudad capital, celebra festivales cada mes, y, por lo general (exceptuando los festivales celebrados durante el verano y en Navidad), existe un intervalo de al menos dos meses entre la realización de una festividad y otra en el mismo municipio. Dicho de otro modo, las fiestas parecen repartirse entre los municipios en términos temporales, literalmente desvaneciéndose y reapareciendo en el mapa de semana en semana. Aún así, ciertas ubicaciones geográficas evidencian mayor actividad durante el año que otras; por ejemplo, San Juan, Utuado y Hormigueros se presentan como focos de actividad festiva.

Un hallazgo adicional resultó del análisis de la duración de las fiestas, que oscila entre uno y diez días, con un promedio general de tres días. La totalidad de la muestra comprobó que, a excepción de todas aquellas festividades que se conmemoran en una fecha fija (como el Grito de Lares el 23 de septiembre), los festivales inician durante el período del fin de semana, jueves si se trata de una festividad de tres días o más de duración (como el Festival Claridad en San Juan), y viernes, sábado o domingo si son más cortos (como el Festival del Güiro en Las Piedras). Esto constata la alternancia de un patrón de vida laboral con el del ocio. De hecho, a pesar de que la cantidad acumulativa de 505 días de fiesta sobrepasa hasta casi duplicar la cantidad de días en el año, hay ciertos días del año en los cuales no se celebra absolutamente ninguna actividad festiva. Esto en cierta medida comprueba la tesis de Lindón, aunque el período vacacional se entiende, en el caso de Puerto Rico, como el conglomerado de momentos de manifestación colectiva del ocio, que se divide e intercalan como intervalos dentro de la cotidianidad.


Conclusiones y recomendaciones

La catalogación inicial de acuerdo aparentó evidenciar ser eficiente en tanto se considere el propósito primordial de la misma; por otro lado, varias actividades mostraron características mixtas de distintos programas. Esta ambivalencia resultante de la laxitud en términos del programa de las actividades estudiadas lleva al planteamiento de otra posible categorización, esta vez definida a partir de las similitudes entre las características temporales de los casos estudiados. En términos de la categorización tipológica, se pronostica la necesidad de creación de una nueva categoría para poder incluir las fiestas de nuevo surgimiento. De igual manera, se reevaluará el término de “lo tradicional”, para albergar la posibilidad de la instauración de una nueva festividad que conmemore algún elemento idiosincrático. Es decir, el tiempo que la festividad lleve realizándose debe ser independiente a su consideración como “tradicional”.

Los resultados de esta investigación demuestran que las fiestas operan en base a un carácter cíclico que, no obstante, evidencia diferencias cualitativas en términos de tiempo y espacio, dicotomía compleja de la cual sólo se ha arañado la superficie. Se pudo confirmar la hipótesis inicial de que las fiestas son fenómenos efímeros que se activan y desactivan a lo largo del año, develando características importantes que revelan algunos detalles sobre sus patrones de comportamiento, aunque éstos no sean completamente aprehensibles en este punto de la investigación. Por otro lado, y dada la gran amplitud y la ausencia de información con el que se inició este estudio, se sugiere una revisión de los datos, así como un acopio de información relevante a la localización particular de cada actividad. La variable espacial no pudo ser tan trabajada como la temporal, y una categorización más específica de esta primera permitiría poner a dialogar las variables que definen la consideración de algo como efímero o permanente.

Estas consideraciones revelan otro aspecto importante al ubicar esta investigación en el marco conceptual antes expuesto. Si las fiestas no ocurriesen simultáneamente y, por el contrario, se distribuyeran a lo largo del año para ser consecutivas y no imbricadas en términos temporales, existiría la posibilidad de estar de fiesta en fiesta durante más de un año, sin repeticiones. Evaluando estas festividades en el contexto del discurso del ocio constante, la “Nueva Babilonia” de la que hablaba Niewenhuys encontraría su realización en el contexto puertorriqueño: se trata, nada más y nada menos, que de un perenne guateque.


Bibliografía

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Gausá, Manuel. Metapolis Dictionary of Advanced Architecture. Barcelona: Actar Arquitectura, 2003. Impreso.

Getz, Donald. “Event Tourism: Definition, Evolution and Research in Tourism Management”. Event Tourism, 29, 2008. 403-428. Digital.

Grosz, Elizabeth. Architecture from the Outside: Essays on Real and Virtual Space . Cambridge, MA: MIT Press, 2001. Impreso.

Harris, Cyril. Dictionary of Architecture and Construction. 4th Edition. New York: McGraw Hill, 2006. Impreso.

Hiernaux Daniel N. "La fuerza de lo efímero: Apuntes sobre la construcción de la vida cotidiana en el turismo". En Alicia Lindón Villoria (compiladora), La vida cotidiana y su espacio-temporalidad. Barcelona: Anthropos Editorial, 2000. 95-124. https://books.google.com.pr/books?id=6vFG2KrRnggC&pg=PA98&lpg=PA98&dq=la+construccion+de+una+cotidianeidad+no+duradera&source=bl&ots=BHoI8-u9n1&sig=GgOPCtvE7Rn58_6uGK5TC4kXC2k&hl=en&sa=X&ei=lOmuVIy7A4yuggTygoOADA&ved=0CB0Q6AEwAA#v=onepage&q=la%20construccion%20de%20una%20cotidianeidad%20no%20duradera&f=false

Karandinou, Anastasia. No Matter: Theories and Practices of the Ephemeral in Architecture . Portsmouth: Ashgate Publishing, 2013. Impreso.

Quintero, Ángel. “De la fiesta al festival: los movimientos sociales para el disfrute de la vida en Puerto Rico”. Revista Diálogos de la Comunicación. Núm. 38, 1994. http://www.perio.unlp.edu.ar/expotesis/doc/doc_recomen/Quintero-movimientos_sociales.pdf

Schechner, Richard. Performance Studies: An Introduction. 3rd Edition. New York: Routeledge. 2013, 60-62, Impreso.

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Wigley, Mark. Constant’s New Babylon: The Hyper-Architecture of Desire. Rotterdam, The Netherlands: 010 Publishers, 1998. Impreso.


Notas

[1] El indigenismo guateque, derivado de la voz carib (kalinago) con las mismas inflexiones, se definía originalmente como “fiesta casera , generalmente de gente joven, en que se merienda y se baila” o “fiesta campesina en la que se canta y se baila”. No obstante, la inserción del término en el contexto contemporáneo ha expandido su significado para referirse a eventos festivos más allá de la escala familiar, entiéndase toda “fiesta o baile popular al que se asiste con los amigos”. Su etimología hace mella en el carácter intrínsecamente caribeño de estos eventos, mientras que el desarrollo e inclusión del término en el diccionario da cuenta de la transcendencia cultural de las festividades.

[2] Es menester recalcar que, para propósitos de esta investigación, no se empleará el término “urbano” de acuerdo a la definición tradicional que contrapone lo “rural” versus lo “urbano”. Por otro lado, se empleará el vocablo para referirse al espacio público que, en menor o mayor grado, presenta elementos diseñados y/o construidos.

[3] Véanse las definiciones provistas por el Diccionario de la Real Academia Española: “1. f. Día en que se celebra alguna solemnidad nacional, y en el que están cerradas las oficinas y otros establecimientos públicos. 2. f. Día que la Iglesia celebra con mayor solemnidad que otros. 3. f. Solemnidad con que se celebra la memoria de un santo. 4. f. Diversión o regocijo. 5. f. Regocijo dispuesto para que el pueblo se recree. 6. f. Reunión de gente para celebrar algún suceso, o simplemente para divertirse. 7. f. Agasajo, caricia u obsequio que se hace para ganar la voluntad de alguien, o como expresión de cariño. 8. f. coloq. Chanza, broma. 9. f. pl. Vacaciones que se guardan en la fiesta de Pascua y otras solemnes.”

[4] Se define open space como sigue: “in urban planning, the designation given parks, recreational and natural areas, or other land not occupied by buildings.” (Harris, 2006).

Revista [IN]Genios, Volumen 1, Número 2 (febrero, 2015).
ISSN#: 2324-2747 Universidad de Puerto Rico, Río Piedras
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